Para poder dibujarte,
recorrí ribera entera,
por querer impresionarte,
me atrapó una ventolera.
Mi sombrero tomó alas
y voló con las gaviotas,
y éstas como colegialas
se tornaron caprichosas.
Se llevaron mi bonete
y al no serles suficiente,
querían hacerme un birrete,
alaciándome el copete.
Se paseaban lisonjeras
jugueteando con mis faldas,
eran buenas compañeras
de los vientos y las naguas.
Y ahí entre tanto alboroto,
me sustrajeron las chanclas,
por lo tanto, yo ahora acoto,
que otra vez les pongo anclas.
Ellas rieron a sus anchas,
pues las seguí hasta la manga,
mi carrera tras mis chanclas,
a ellas les quedaba guanga.
Desgreñada y sin zapatos,
me senté sobre la arena,
empecé trazar esbozos
y a ponerme más morena.
Entonces volvieron éstas,
a
devolverme el sombrero,
las chanclas traigo ya puestas,
pues las peleé con esmero.
Con las telas dibujadas,
ya no armo ningún revuelo,
las chanclas llevo amarradas
y no suelto mi sombrero.
Yolanda de la Colina Flores
13 de junio del 2016
13 de junio del 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario