El sol de la ribera
jamás sucumbirá,
aunque haya nubes negras
el permanecerá.
El muestra sus rayos
con lluvia o niebla,
desteje los sayos
y de luz repuebla.
Es natural faro
de la madre tierra,
vuelve todo claro
lo oscuro destierra.
Es cálida manta,
cubriendo la piel
y todo abrillanta,
con tonos de miel.
Es dulce cobijo
al cuerpo y al alma,
te sientes el hijo
que abraza mamá.
Es tinte tostado
aliviando heridas,
que va a nuestro lado
dorando las vidas.
Yolanda de la Colina Flores
31 de julio del 2016
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