Otra vez en esta playa,
yo me aventuré a pisar,
las gaviotas ya no estaban,
era seguro el lugar.
Vigilé todos mis flancos,
a ver si lograba atisbar,
esas aves que son bandos,
que solo quieren jugar.
Se habían largado de juerga
y estaba solo el lugar,
y así a la playa desierta,
¡por fin la pude gozar!
Y me cubrí de los tonos,
que el sol suele reflejar,
con esos matices ñoños,
que yo suelo disfrutar.
Bella tarde fue en verdad
y hasta me atreví a cantar,
¡Venga la tranquilidad
las gaviotas a volar!
Yolanda de la Colina Flores
8 de noviembre del 2016
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