Rescatar a la tristeza,
parece una estupidez,
mas es la naturaleza,
quien nos da esta lucidez.
Yo puedo dar la receta,
para hacer tal salvamento
y no te quedes perpleja,
si yo hago este juramento.
Si te invade la tristeza,
en profundo te sumerges,
yo te digo sin sapiencia,
que yo sé como te emerges.
No es una tarea sencilla
y requieres de elementos,
una buena escalerilla,
resulta un buen complemento.
Un buen bonche de monarcas,
revoloteando a sus anchas,
un puñado de esperanzas
y tus sonrisas más anchas.
Primero hay que controlar,
el no tener ninguna fobia,
como te vas a mojar,
ve aparcando la hidrofobia.
Aquí tendrás que inclinarte
y si tienes esta fobia,
tendrás muy bien que afanarte
en borrar tu kyphofobia.
Si no toleras alturas,
controla tu hypsifobia,
pues no habrá ni una atadura
que te elimine esta fobia.
Si tienes miedo a soñar
tu posees oneirofobia,
si no te gusta volar,
seguro que es nephofobia.
¿Quizás tengas bibliofobia,
o tal vez dishabiliofobia?,
¿Puede ser que eisoptrofobia?,
¡Espero no sea eleutherofobia!
Si tu tienes estas fobias,
mejor será resumir,
pues tu tienes panofobia,
y mejor vete a dormir.
Y si tiene metrofobia,
no se que haces aquí,
investígate esta fobia,
mientras me río de ti.
Mejor me quedo callada,
por si tienes geliofobia,
puedes estar encantada,
pues no tienes graphofobia.
Y sin querer presumir
yo no tengo philofobia,
también te puedo decir,
que no tengo hedonofobia.
Y de todas estas fobias
no tener una me encanta,
el no sentir maniafobia,
es algo que no me espanta.
Y si has llegado hasta aquí,
ya te tendré que decir,
que esta receta pueril,
sólo me funciona a mi.
Yolanda de la Colina Flores
9 de noviembre del 2016
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