Jugando pizpirigaña
yo me enamoré de ti,
con la manita sudada
sentí cosquillas de ti.
Me volví la nena novel
y tú el juvenil imberbe,
cabalgando en un corcel,
llegando con desacerbe.
Fui muñequita por siempre,
en palacio celestial
y creamos un urdiembre
de mágica maya astral.
Y somos adultos niños,
jugando pizpirigaña
y nos hacemos mil mimos,
y lo que nos de la gana.
Yolanda de la Colina Flores
30 de abril del 2016
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