Ya
se habían ilusionado,
y
estaban “rete” felices,
frente
a un cazo efervescente,
agregaban
ingredientes.
Y
una ponía cucarachas
y
la otra un gran ciempiés,
y
a dos manos y rimando,
batían
su poción ardiente.
Y
se estaban preparando,
para
el día del aquelarre,
se
encontraban esperando,
a la
modista y sus disfraces.
Se
imaginaban vistiendo,
lo
más trendy de la moda,
pues
querían marcar tendencias,
en
el mundo de las brujas.
Y
ya se veían vestidas,
con
falditas de chiffon,
con
botas de Jimmy Choo
y
una escoba de Vuitton.
Hete
aquí que a la modista,
una
gripe la aquejó,
y
en vez de regios vestidos,
calabazas
les mandó.
Aunque
ella se aplicaba,
en
hacerles los vestidos,
resulta
que los menjunjes,
le
ponían loca la testa.
Entre
caldos y potingues,
y
analgésicos brebajes,
algún
que otro expectorante,
con
su descongestionante.
Le
pareció más sencillo,
agenciarse
de la huerta,
un
lote de calabazas,
para
hacer las vestimentas.
Así
que con las carcasas,
ha
creado los disfraces,
y
con todo lo que sobre,
hará
“calabaza en tacha”.
No
se si estarán felices,
todos
este halloween,
las
brujas sin sus vestidos,
y
la modista postrada.
Fabricó
cada vestido,
como
Dios le dio a entender,
si
parecen calabazas,
eso
sí ya no lo sé.
Y
ahí las tienes ahora,
vestiditas
de naranja,
festejando
halloween
cual
huerta de calabazas.
Si
la modista se cura,
quizás
pueda fabricar,
los
diseños que a las brujas,
les
agrada más portar.
Mientras
tanto puedes verles,
en
simpático desfile,
de
anaranjados ropajes,
mientras
llega el aquelarre.
Yolanda
de la Colina Flores
22
de octubre del 2012
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