Ella
es fruta mantequilla,
y
tiene gran variedad,
Aguacali es excelencia,
o Persea por convicción.
Adaptable
a varios climas,
se
suele bien instalar,
de
sur a norte y al centro,
de
la república entera.
Ha
viajado por el mundo,
y
el paladar conquistó,
de
recónditos lugares,
que
jamás imaginó.
Y
al llegar a cada lar,
su
nombre fueron cambiando,
aunque
su nombre en origen,
bien
denota poderío.
Desde
el 7000 AC,
esta
pequeña existía,
prehispánica
princesa,
cuya
historia empieza así.
De
un árbol de veinte metros,
la
princesa se bajó,
no
le asustan las alturas,
pero
arriba se aburrió.
Y
se preguntan algunos,
cuchicheándose
al oído,
¿Como
es que de ese gran árbol
baje
esa flor pequeñita?
Pues
si los buenos perfumes,
vienen
en frascos pequeños,
de
las flores pequeñitas,
también
surgen regios frutos
Y
ahí abajo la princesa,
se
ha montado un hábitat,
y
tiene por compañeros,
a
los micos del lugar.
Y
degustan aguacates,
en
todas formas posibles,
pues
les encanta a los micos,
y
también a la princesa.
Como
para estas criaturas,
es
un manjar exquisito,
lo
acompañan con caviar,
y
una copa de champagne.
Y
ahí tu los puedes ver,
descansando
en su piscina,
donde
la dulce princesa,
cuentos
les suele contar.
Y
ella vive muy feliz,
resguardada
por los micos,
hasta
que le llegue el día
que
parta con un doncel.
Para
ello ha de madurar,
y
entonces podrá plantar
arbolitos
de aguacate
por
donde quiera que habite.
Porque
lo dice el refrán,
para
el que quiera escuchar:
“Para
un buen fruto crear,
hay
que saber madurar”.
Yolanda
de la Colina Flores
30
de agosto del 2012
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