Entre
Agua azul y Palenque,
su
hábitat suele enclavar,
en
Chiapas has de encontrar,
la
princesa del café.
En
valle de sumidero,
con
nombre en náhualt al viento,
envuelta
en voces de olmecas,
y
un pulso maya en su acento.
Cálido
y húmedo es el lar,
donde
suele reposar,
entre
mesetas y selvas,
y
la Sierra Madre excelsa.
Viste
vistosos ropajes,
y
una tiara majestuosa,
adornada
con los granos,
que
nos dan el buen café.
La
bebida estimulante,
plagada
de cafeína,
siempre
bebida embriagante,
unas
veces refrescante.
Ya
sea arábica o robusta,
y
con mixturas o blends,
se
distingue por su cuerpo,
aroma
sabor y acidez.
Y
la puedes encontrar.
en
bares o cafetines,
en
bistró o en restaurante,
o
en la oficina al llegar.
Y
aunque en miles de lugares,
bien
te la puedes tomar,
nunca
tendrá el sabor bello,
de
tomarla en el hogar.
En
las mañanas temprano,
es
muy dulce despertar,
entre
aromas que se esparcen,
entre
sábanas y el sueño.
Nuestra
princesa en cuestión,
tiene
un reino peculiar,
y
ahí suelen habitar,
ocelotes
sin igual.
La
princesa los adora,
y
por ello los consiente,
y
con mimos y entre risas,
les
da muy bien de comer.
Las
mañanas tempranito,
ella
les suele llevar,
un
café muy calientito,
que
despierte a las mamás.
Y
estas mamás ocelote,
suelen
ser buenos gourmets,
y
piden simple café,
pero
también variedad.
Y
le piden capuchinos,
o
un buen caramel macchiatto,
quizás
un regio ristretto,
y
también un buen expresso.
Y
a los pequeños bebés,
ella
les lleva también,
un
buen traguito de leche,
que
endulza con rica miel.
Con
miel de flor de café,
que
siempre ayuda a curar,
barriguitas
caprichosas,
que
padecen malestar.
Y
para los perezosos,
en
desánimo o estrés,
ella
siempre ha de tener,
una
taza de café.
Porque
ya lo dice el dicho,
y
alguno lo ha de aprender:
“Que
una taza de café,
el
estrés te cura bien”.
Yolanda
de la Colina Flores
29
de agosto del 2012
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