Ella es un fan de la Earhart,
y siempre en el cielo está,
viviendo en el firmamento,
jugando en las nubes va.
Gran colección de aeroplanos,
la nena suele tener,
para surcar las alturas,
y siempre sobrevolar.
Antes no estaba volando,
en el piso se afianzaba,
tenía vértigo y mareos,
si pasaba el ras del suelo.
Más un día a unos polluelos,
ella se encontró solitos,
y no tenían que comer,
ni cunita ni cobijo.
Al palacio los llevó,
se desvivía en atenciones,
con cariño y con paciencia,
se hacían fuertes los pollitos.
Pero el buen día llegó,
en que tenían que volar,
¿y quien les iba a enseñar,
si no había gallina mamá?
La princesa se aplicó,
y hasta se envalentonó,
y con firmeza y tesón,
un curso en vuelo tomó.
Y ahora viaja en las alturas,
enseñando a sus pollitos,
como las alas alzar,
para el vuelo remontar.
Porque ya lo dice el dicho,
al derecho y al revés:
“Si has de enseñar a volar,
primero lo has de aprender”.
Yolanda de la Colina Flores
10 de septiembre del 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario