lunes, 29 de octubre de 2012

CALABAZAS ESCRIBIENTORAS


No hace mucho tiempo, casi podría decir que ha pasado ahora, ¿ o hace un momento?, no sé pero aquí está la historia:

En un huerto majestuoso donde conviven un montón de verduras, frutas y hortalizas, allá en el  fondo casi pegada a los arriates está una colonia de calabazas escribientoras. Son curiosamente llamadas así porque se dedican a por supuesto a escribir, realizan el papel de escribientes cuando hacen las cartas que los otros habitantes de la huerta les dictan para enviar a sus familiares lejanos cuyas semillas han sido esparcidas por todo el mundo. Pero no solo escriben eso, también cuentos, historias, aventuras, novelas e incluso poemas.

Los habitantes de esta huerta, desconocen el origen etimológico de las palabras y que para denominar un oficio ya existen las palabras correctas, se han creado su propia definición y simplemente han sumado el oficio de escribiente con escritor y han creado uno nuevo: escribientor”.

Estas calabazas con sus bracitos ensortijados de los cuales surgen unas gráciles manos con enrulados deditos, escriben y por supuesto, escriben siempre con tinta verde de su savia. Y adornan sus escritos con muchos adornos, por lo cual no es raro, ver cartas y poemas  con letras verdes y regias enredaderas.

Al centro de la colonia hay una gran calabaza, la más sabia, la más antigua, la que escribe por lo tanto las cosas más bellas y con más experiencia. Escribe hermosos cuentos y todos los tiernos retoño de la huerta se arremolinan alrededor de ella, para que una vez terminados se los cuente a la luz de la luna, después de la cena y antes de ir a dormir.

Anoche contaba la historia de una pequeña calabaza que soñaba con ser recogida de la huerta para convertirse en una suculenta calabaza en tacha, pero sus padres se lo  decían: “Aún eres muy pequeña, tienes que esperar a crecer”. La pequeña calabaza se entretenía mientras tanto escribiendo recetas de cómo le gustaría ser cocinada, se imaginaba que cubrían su figura con olorosos clavos y se relamía de gusto  al imaginar su cuerpecito en una agua calentita aromatizada con canela piloncillo y flor de anís. Sentía que poco a poco el calor la invadía y visualizaba como cambiaba su característico color calabaza, por un suave, brillante y dulce ámbar; cómo sus semillas reblandecidas y jugosas se convertían en apetitoso manjar. Y así se durmió pensando en un día adornar una mesa, donde ella era el postre que con broche de oro cerraba la ocasión. Este cuento fue también publicado en el periódico del huerto de hoy por la mañana.

La gran calabaza también escribe cuentos sobre hermosas calabazas que se van a adornar las casas y jardines de la comarca, de cómo son esculpidas para sacar a flote una nueva cara y presencia para una ocasión especial. Describe como algunas contienen velas aromáticas que aunadas a su fragancia, además de perfumar, adornan los hogares como originales lamparillas color naranja.

Narra cómo son colocadas para adornar chimeneas, centros de mesa e incluso guirnaldas, cómo muchas otras han sido decoradas a mano por adultos o por niños, y de cómo algunos de ellos saben reflejar el verdadero rostro que poseen las calabazas y que rara vez muestran y como otros les confieren unas imaginarias que pueden ser grotescas, espeluznantes, simpáticas, divertidas o un sinfín de representaciones de expresiones infinitas.

En la huerta hay también calabazas que escriben versos y cada año hacen concursos,  para ver cual es la que más conmueve o emociona. Pero todas reciben premios, porque ellas consideran que cada poesía tiene su mérito y crean premios y categorías de acuerdo al número de participantes que se presentan al concurso.

Cada octubre que es su época de mayor esplendor, escriben cartas con pensamientos y deseos especiales para los humanos que las cultivan y luego las transforman. En ellas desean parabienes y un sin número de bendiciones y anhelos de paz, amor, salud y bienestar después las lanzan al cielo y los vientos las toman entre sus brazos y las llevan a cada destinatario.

Estas cartas también pueden ser recibidas por aquellas personas que aman, tienen y quieren dar recíprocamente los deseos de estas calabazas escribientoras .

¿Aún no has recibido la tuya?, posiblemente no te has fijado bien, tal vez la hayas metido en algún cajón o quizás debas revisar dentro de ti, probablemente ahí esta bien resguardada. 

Yolanda de la Colina Flores
26 de octubre del 2012    

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