viernes, 19 de octubre de 2012

LA PRINCESA MARINERA (Serie princesas de fábula con oficio)




Esta singular princesa,
nació en reino de marinos,
por lo tanto ella navega,
en un sin fin de barquitos.

Y en cualquier embarcación,
ella se hace a la mar,
sean canoas o veleros,
a la niña le da igual.

Como toda navegante,
su velero preferido,
es uno bien pequeñito,
con el que sale a jugar.

Se pasea por cubierta,
de la proa hasta la popa,
con pocos metros de eslora,
poco le dura el andar.

Por eso bota el velero,
que avanza al igual que el viento,
el timón gira a babor,
y otras veces a estribor.

En este velero especial,
ella lleva a sus amigos,
un grupo de ratoncitos,
con los que va a navegar.

Estas traviesas criaturas,
muy poco saben nadar,
más se avientan por la borda,
en salto espectacular.

Ellos practican clavados,
adelante, atrás o en inverso,
en equilibrio de manos o adentro,
y hasta un buen tirabuzón.

En este singular periplo,
no solo van clavadistas,
también van buenos bañistas,
y uno que otro comelón.

Al abordaje han venido,
un buen grupo musical,
para poder arrullar,
a los nenes ratolines.

Y ahí van en botavara,
para poderse lanzar,
o se suben al obenques,
para bailar un buen vals.

Otros que van muy mareados,
se agarran muy bien el mástil,
y otros van muy ocupados,
en hacer actos circenses.

Y ahí tu los podrás ver,
en el casco del velero,
con una vela mayor,
que ostenta su condición.

La nena va por los mares,
con todos sus aparejos,
y siempre van a su lado,
estos raros compañeros.

Pero como ella es feliz,
no le importa lo que digan,
le encanta tener grumetes,
que le alegren bien el día.

Porque lo dijo su tía,
en la cual siempre confía:
“Navega siempre en la vida,
con quien te llene de vida”.

Yolanda de la Colina Flores
9 de septiembre del 2012

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