Capítulo 10
Un baño de
espuma de miel de frambuesas
Para sorpresa
de Mirtha sobre la encimera de la isla de la cocina, estaba dispuesto un juego
de platos que semejaban una bañera rebosante de una espuma rosada de frambuesa,
sus vestimentas cambiaron y ahora portaba un hermoso traje de baño y su cabello
se encontraba recogido en dos hermosos moños, sujetados por unas cintas con
unos globos de chicle.
La nena de pan
de jengibre y ella se metieron en la extraña bañera y se pusieron a disfrutar
del baño, de repente apareció una pequeña jarra que contenía esta espuma rosada
y la vaciaba de vez en cuando sobre la bañera, de pronto Mirtha se preocupó
pues pensó que su amiga quizás se estuviese desbaratando al remojarse, así que
preguntó a la nena de pan de jengibre si estaba bien, esta la sacó de sus dudas
y le dijo que en el Reino Confitado había muchos tipos de baños que los
habitantes podían tomar, ella por ejemplo podía darse baños de diferentes
espumas de miel, sin que le pasara nada, esta en especial era de miel de
frambuesas. Disfrutaron mucho del baño y estuvieron jugando un rato con la
espuma y las burbujas de frambuesa.
Mirtha se
sintió cada vez más relajada y poco a poco sin que se diese cuenta se estaba
quedando dormida, fue apoyando su cabeza sobre el borde de la bañera, era tan
mullida y suave la espuma que muy pronto entró en un profundo sueño. Le pareció
que pasaban horas cuando de pronto sintió que alguien le llamaba:
-Vamos Mirtha
despierta, es hora de ir al dentista te has quedado dormida mientras me
esperabas-
Era su madre,
quien la despertaba y para su sorpresa aún no habían salido de casa, Mirtha se
restregó los ojos y comprendió que su viaje al reino confitado había sido un
sueño. Pero estaba muy contenta porque el sueño había sido maravilloso, había
conocido un lugar que nunca se hubiera imaginado y había aprendido muchas
cosas, como el hecho de que no hay que comer tantos dulces porque puede darte
un dolor de barriguita, que se pueden guardar para irlos comiendo poco a poco y
que siempre que se come algo hay que lavarse los dientes.
Pensó que tal
vez otro día soñaría en llegar al mismo lugar y quizás podía entrar en el Reino
del Queso o en el de las frutas o verduras o mejor aún en el Reino de
Chocolate, solo tenía que sentarse en ese mullido sofá y tal vez un día lo
conseguiría.
Mirtha estaba
feliz con lo que había soñado pero más aún con el hecho de que sus padres se
preocupaban por ella y por ello la llevaban de vez en vez al dentista para que
sus dientes estuvieran perfectos y sobre todo porque sabía que lo que la nena
de pan de jengibre le había dicho era verdad, ella tenía una alma dulce y
buena, como la de su querida familia.
Fin
Yolanda de la
Colina Flores
30 de julio
del 2013