Capítulo 2
El reino confitado
Ya que la pequeña Cono de
Chocolate le había manchado el vestido Mirtha no podía estar más contenta con
esta propuesta. Así que salieron a una especie de jardín con un pequeño lago en
el cual flotaban caramelos confitados de diversos colores, al fondo se veía un
castillo hecho con muchos materiales que se usan para hacer las tartas, el
césped estaba repleto de diversas golosinas, gominolas, piruletas, chocolates
bombones, en fin, toda clase de tipos de dulces.
Mirtha se dio cuenta de que
nuevamente sus ropas cambiaban, ahora vestía un hermoso vestido azul con
dibujos de helados, sus zapatos hacían juego y tenían un pequeño adorno en
forma de cono de helado, en su diadema también había otro adorno similar el
cual Mirtha esta vez pudo mirarlo en su reflejo sobre el agua del laguito que
ahí había. Estaba embelesada con todo lo que veía, la nena de pan de jengibre
la miraba contenta y entonces le preguntó:
-¿Te agradaría probar un
delicioso helado con cubierta de chocolate?-
Mirtha contestó afirmativamente
al tiempo que la nena le entregaba un enorme cono de helado de fresa con
cubierta de chocolate tenía dos cerezas que eran sus ojos y una gominola
horizontal era su pequeña boca. Cuando Mirtha miró la carita del helado
retrocedió y dijo:
-¡No!, no puedo comérmela me da
pena tiene una carita tan hermosa.
La nena de pan de jengibre y el
cono de helado reían sin parar, hasta que por fin se calmaron y entonces el
cono de helado le explicó:
-No temas, todos los dulces y
golosinas hemos sido creados para que nos coman y cada vez que alguien nos
prueba, nos come o engulle nos sentimos inmensamente felices, lo malo es cuando
se rebasan los límites y no haces lo que tienes que hacer después de comernos.
Así que… ¡pruébame ya verás que delicioso soy!-
Mirtha no dudó en aceptar la
invitación y empezó a degustar el delicioso cono de helado y con cada mordida
que le daba el cono sonreía más y más, se sentía completamente feliz de cumplir
con su misión.
Cuando Mirtha terminó el helado,
se limpió con una servilleta que la niña de pan de jengibre le dio e inquieta
le dijo:
-¡Vamos, que tengo prisa por
conocer este lugar, apuremos el paso!-
Ya casi echaba a correr cuando de pronto vio
que la nena de pan de jengibre no se movía de su lugar. Regresó sobre sus pasos
a donde se encontraba e intrigada le pregunto:
-¿Qué pasa por que no avanzas?,
¿es que ya se acabó el paseo por el reino confitado?-
La nena de pan de jengibre negó
con la cabeza he hizo una cara de enfurruñamiento y arqueando las cejas
preguntó a su vez a Mirtha:
-Antes de irnos, ¿no se te olvida
algo?-
Mirtha pensó y pensó y por más
que lo hacía no recordaba que se le hubiera olvidado algo, así que simplemente
respondió:
-No, no creo que se me olvide
nada.
-¡Que barbaridad, es increíble!-
Dijo la nena de pan de jengibre al tiempo que
de pronto en una de sus manos aparecía una pasta de dientes con su cepillo de
dientes y en la otra un vasito de agua.
-¡Te falta lavarte los dientes!,
¿no ves que cada vez que comes algo debes dejarlos limpios?, sobre todo de
azúcar que es muy perjudicial para ellos, anda lávatelos y en seguida nos
vamos.
Mirtha con una sonrisa obedeció a
la nena de pan de jengibre y una vez que hubo terminado prosiguieron su viaje.
Yolanda de la Colina Flores
30 de julio de 2013
Yolanda de la Colina Flores
30 de julio de 2013
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