Capítulo 9
Sobre un
cerdito chocolate
Sin poderlo
remediar Mirtha sonrió a su amiguita y le dijo:
-Muy bien
nena, y ¿cómo vamos a llamar al cerdito de chocolate volador?
La nena de pan
de jengibre le respondió:
-Muy fácil,
solo hay que gritar: ¡Ven a nosotros cerdito de chocolate volador y llévanos a
nuestro destino!-
Y en menos que
te lo cuento ya estaba ahí frente a ellas el famoso cerdito de chocolate
volador, era como su nombre lo dice un rechoncho cerdito hecho de chocolate,
sus pezuñas eran kisses de chocolote, en lugar de hocico poseía un delicioso
bombón de chocolate y en lugar de ojos tenía unos círculos de caramelo de
chocolate adornados con un pistacho.
Mirtha también
tenía calor debido al cabello tan largo que ahora portaba así que su amiga le
hizo una preciosa coleta de caballo al tiempo que cambiaba nuevamente su
vestimenta se apearon sobre el cerdito de chocolate volador y empezaron su
viaje. Este fue igual de placentero y divertido como todos los que habían hecho
con anterioridad y en su recorrido todavía visualizaron otros bosques con
diversos tipos de golosinas, dulce o confites, árboles de algodón de azúcar en
forma de cilindro y otros formaban una especie de rehiletes los cielos
cambiaban de tonalidad y también las estrellas que les circundaban a veces eran
lilas o azules. Mirtha estaba fascinada ante el hecho de que aún siendo de día
hubiese tantas estrellas en el cielo y que pudiese verlas, porque sabía que en su
mundo las estrellas sólo pueden verse de noche. Aunque veía dulces, confites y
caramelos por todos lados ya no le apetecía comer nada, además sabía que si
comía de más le podría doler la barriguita.
De pronto le
pareció que había pasado mucho tiempo y quizás su madre la estuviese buscando y
se preocupó pero la nena de pan de jengibre disipó su temores cuando le dijo:
-No temas en
el Reino Confitado el tiempo va más de prisa, así que aunque aquí han pasado
muchas horas en tu mundo solo han transcurrido unos cuantos minutos, todavía
tenemos tiempo de darnos un delicioso baño para que llegues a tu mundo limpia y
descansada, ¿te agradaría?-
Mirtha asintió con la cabeza al tiempo que se
percataba de que estaban aterrizando junto a la casa rosa de turrón y malvavisco.
Despidieron al cerdito y éste se alejó volando por los cielos hasta que le
perdieron de vista, ellas entraron en la casa y se dirigieron a la cocina, lo
cual a Mirtha le pareció extraño ya que la nena de pan de jengibre le había
dicho que tomarían un baño, pero pensó que en ese mundo su amiguita sabía mejor
que ella que era lo que había que hacer así que sin rechistar se adentró en la
cocina.
Yolanda de la Colina Flores
30 de julio del 2013
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