Capítulo 3
Cómeme
Todos los lugares a los que
llegaban a Mirtha le parecían maravillosos, por lo que ellas siguieron paseando
por el Reino Confitado y en cada nuevo ambiente en que entraban sus vestimentas
cambiaban como por arte de magia, ahora estaban en el jardín delantero de la
casa rosada el cual estaba sembrado de piruletas y chupa chups de fresa con
limón, de cereza, coco, frambuesa, etc, etc,
por todos lados estaba cubierto de gominolas, malvaviscos, y toda serie
de dulces. A su encuentro salieron seis piruletas de fresa con limón, una de
ellas que sabía que a la nena de pan de jengibre le gustaban las piruletas se
abalanzó sobre una de sus manos y no se desprendió de ella hasta que se la hubo
terminado, las otras cinco tenían unas diminutas piernas y caminaban de
puntillas, en la parte superior del mango tenían unos lacitos verdes los cuales
se extendieron hacia Mirtha mientras cantando le decían:
-Llévanos contigo si no nos comes
hoy, ya nos comerás mañana.
Mirtha no rechazó la idea ya que
guardar dulces le pareció que era una proposición muy buena, pensó que se las
iría comiendo según le apeteciera. Caminaban viendo todo el paisaje y de pronto
observó su nuevo vestido, en esta ocasión era verde menta con unos dibujos de
caramelos de canela con menta sus zapatitos eran color rosa y de adorno
mostraban también un hermoso par de caramelos iguales a los de su vestido,
Mirtha sintió que en su cabeza tenía una diadema y al tocarla para cerciorarse
de ello notó que el adorno de ésta era una especie de globo hecho de chicle, de
inmediato dejó de tocarlo ya que tuvo miedo de que sus dedos quedaran todos
cubiertos de él, probó con cuidado uno de sus dedos y sí efectivamente tenía
sabor de chicle de canela, sacó un pequeño pañuelito se limpió las manos y
siguió caminando junto con su nueva amiguita.
De pronto llegaron a una pequeña
rotonda dentro del jardín donde había una gran cantidad de piruletas de fresa
en forma de corazón, el aroma que despedían era delicioso, sin embargo a Mirtha
le pareció que ya había comido muchos dulces así que se alejó de ahí, pero a
medida que avanzaba escuchaba una pequeña y dulce vocecita que le decía: “Eat
me”, “Eat me sweet little girl”, se detuvo pero no volteó su cabeza ya que su
mente se encontraba recordando sus clases de inglés y de inmediato la
traducción vino a su cabeza alguien le decía sin lugar a dudas “Cómeme” “Cómeme
dulce niñita”, entonces giró su cuerpo hacia la rotonda de piruletas y seguía
escuchando la vocecita pero no sabía cual de ellas le hablaba ya que estas no
tenían rostro, así que tuvo que acercarse, con el fin de ver de donde emergía la vocecita. Al
acercarse a ellas vio que no necesitaba investigarlo, porque una de las
piruletas llevaba inscrito sobre ella claramente las palabras “Eat Me”, así que
Mirtha no dudó y la tomó entre sus manos. Pensó en comérsela más tarde, pero
como la llevaba sobre su pecho, muy cerca de su nariz, no pudo resistirse y
empezó por darle una pequeña probadita, luego otra, y otra, y otra, hasta que
la piruleta se hubo terminado.
Yolanda de la Colina Flores
30 de julio del 2013
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