Madama Chapeau es una dama
y no es ser reiterativo,
y aunque les suene a pleonasmo
más verdad nunca se ha dicho.
Desde que era pequeñita,
la educaron con esmero
y hacer honor a su nombre
ha sido su anhelo entero.
“Nada, nada te perturbe”
le enseñaron sin cesar:
“Suceda lo que suceda,
siempre las formas guardar”.
Un buen día sin igual
prueba de ello hubo que dar,
la invitaron a cenar
con la Duquesa de Albear.
Salon beauté visitó,
con su corsé y polisón
como una reina quedó.
Pero no se percató
que al subir a la calesa,
una pulga del sillón
entre su escote se apeó.
Ya bien entrada en la fiesta
cuando iban en el café,
la pulga se espabiló
y cien dentelladas le dio.
Madame Chapeau aguantó,
con estoica contención
y la pulga esa en cuestión
solo un mohín le sacó.
Yolanda de la Colina Flores
22 de septiembre del 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario