Capítulo 3
La dulce espera de un guisante
Pepita Guisante se encuentra pensativa, sentada en su sillita
junto a la mesita de té, vislumbrando los albores de la mañana a través de su
ventana, al tiempo que saborea una suave infusión de hojas de limón con
galletitas de miel de romero.
No puede participar en las diarias búsquedas que han realizado
para encontrar a Clarita, pronto llegará un nuevo ser a su hogar y el médico le
ha dicho que debe guardar reposo, a ella que es atleta de triatlón, le cuesta
un poco adaptarse a esta nueva etapa de su vida, que la ha convertido en una
sedentaria vaina.
Pepita no puede estarse quieta, siempre ha sido muy activa, así
que aunque esté en un estado físico aparentemente pasivo, realiza posiciones de
yoga, un tanto intrincadas para otros, pero que ella domina y le han sido
permitidas por el galeno.
Después de una larga sesión de raja yoga y hatha yoga, Pepita se
dispone a seguir con un proyecto
que ahora le mantiene ocupada, aprendió de su madre las técnicas del crochet y
tricot y le fabrica al que pronto arribará un precioso ajuar.
Así que en una hermosa habitación que han construido para él, por
el momento, la pequeña cuna
alberga ovillos de lana de texturas suaves, tiernas y dulces y un sinfín de
ganchillos y agujas para realizar su labor, sobre todos los muebles de la bella
recámara ella va extendiendo sus creaciones y después como en un intento de
prueba los pone sobre su barriguita y frente al espejo observa cada una de las
prendas ya terminadas.
Posteriormente toma otro ovillo y se dispone a iniciar una nueva
tarea, ya sean gorritos, escarpines, chambritas o mitones, sus manos trabajan a
una velocidad vertiginosa, es difícil seguirle en la tarea y casi imposible
descubrir que puntadas está realizando, cuando menos se lo esperan de sus manos
surge una nueva creación en tonos color pastel adornados con una buena dotación
de lacitos de seda u organza y encajes de diversas formas.
Pepita está feliz con su dulce espera y sueña con tener entre sus
brazos a su pequeño, para besarle, acariciarle y arrullarle hasta que se quede
dormidito entre sus brazos, arropado por la ropita que ella ha hecho para él y
por las notas tenues de una cálida canción de cuna. Entre ella y su marido han
ideado un alud de nombres que ponerle, aún no saben que será, no quisieron
saberlo, pues desean esperar y recibir la sorpresa cuando se dé el tan esperado
nacimiento.
Ambos desean que su vástago sea tan deportista como ellos, sí así
lo quiere él o ella, y que arribe al mundo verde y rozagante, en muchos
momentos lo imaginan en sus brazos, después dando sus primeros pasitos o
corriendo y huyendo del baño, para al fin acabar con la imagen de su hijo
llegando a la meta en una carrera en el primer lugar.
Yolanda de la Colina Flores
Pascua 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario