jueves, 28 de marzo de 2013

MENUDITA SALSIFÍ Y CLARITA CASCARÓN Capítulo 10 (Cuento de Pascua)


 
Capítulo 10
Alimentando bebés

Una vez encontrada Clarita todos se dispusieron a iniciar los preparativos para el gran banquete de Pascua. Tenían que encargar a la colonia de conejos diminutos una buena camada de conejitos, porque a este banquete esta vez asistirían todos los habitantes de la huerta, y los consiguieron, pero como no los habían requerido con el tiempo suficiente, las mamás conejos dijeron que no se daban a vasto para alimentarlos ya que otras camadas de conejitos estaban naciendo y otras ya venían en camino, por lo que las organizadoras del banquete tenían que alimentarlos, éstas por más que trataron de organizarse y hacer su labor lo mejor que podían, no lograban llevarlo a cabo lo bien que hubieran querido, los bebés conejo les parecían tan similares y nunca se estaban quietos por lo que no sabían a ciencia cierta a quien habían alimentado y a quien no, tenían un coro de lloros, unos lloraban porque ya no querían más y otros de hambre. Las organizadoras se tiraban de los pelos, las que tenían, y no sabían como resolver el problema. Se turnaban para efectuar la ardua tarea de cuidarlos y alimentarlos, pero ninguna de ellas había conseguido arreglar el entuerto.

Tocaba el turno a Bronceadita Zanahoria, pero en esta ocasión venía acompañada por sus terribles gemelos, sus amigas le recibieron con no muy buenas caras de aprobación. Esplendorosa Lechuga se atrevió a preguntarle: -¿Pero Bronceadita, como se te ha ocurrido traer a este par de pilluelos?, si ya teníamos problemas con los bebés, esto va a venir a dar con todo  al traste-, Bronceadita con calma le respondió: - Lo sé Esplendorosa, pero su clase de natación se canceló y no conseguí quien cuidara de ellos, mira los traje ataditos con una cintita y espero que con ello no se separen de mi, yo sé que son terriblemente traviesos, ¡a mí me han desgastado toda mi vitamina!, si no ¿porqué crees que uso gafas?. Sólo a mi me suceden estas cosas, ¿ alguna vez habías imaginado tener por amiga a una zanahoria miope?, en fin…, les suplico tengan paciencia, hoy estuvieron toda la mañana brincoteando por el parque, así que espero que estén cansados y no causen demasiados desaguisados.

Pero Bronceadita estaba muy lejos de la realidad, los gemelos ya estaban ideando como zafarse de la dichosa cintita que los retenía, con pequeñas voces que sólo entre ellos entendían, estaban también planeado como agenciarse un buen número de huevitos de Pascua hechos de alfeñique, tenían en su mira todas las pinturas y pinceles con que les decoraban, así como todos los potecitos que contenían los adornos para las galletas y muffins, los cuales también pensaban zamparse, ya hasta se relamían de sólo imaginarlo.

Por fin casi habían conseguido desatar la cinta y ya estaban dispuestos a emprender la huída, cuando de repente vieron ante sus ojos algo que al unísono llamaba poderosamente su atención, ¡un centenar de ojitos bermellón les miraban y esas miradas estaban cubiertas por hermosos pelajes blancos! En ese instante su madre alimentaba a tres de ellos, con pequeños chupetines rellenos de leche y miel. Tino y Nico se quedaron estupefactos y se acercaron a ellos como nunca habían hecho ante nada ni ante nadie, los tomaron entre sus brazos y éstos parecían acoplarse perfectamente a ellos, en cuanto los gemelos los abrazaban parecían caer en una especie de letargo y dejaban que éstos les alimentasen sin rechistar, mientras su madre les dejaba hacer sumamente conmovida, jamás les había visto tan cariñosos y tranquilos.

Todos quedaron maravillados con lo que estaba sucediendo, los miraban boquiabiertos controlar a las pequeñas criaturitas níveas, Bronceadita que aún tenía uno de los conejitos en sus brazos, sumamente inquieto, intentó dárselo a Tino para que lo alimentase, éste volteó a ver a su madre y con una enternecedora y amplia sonrisa le informó: - No mamá éste ya comió ponlo allá-, al tiempo que señalaba un grupito de conejos que los gemelos ya tenían placidamente dormidos. -¿ Pero como sabéis que ya comió?- preguntó impresionada su madre. -¡Muy simple!-, contestaron al unísono los gemelos -¿no ves el brillo de sus ojos?, los que no han comido lo tienen aún más tenue.

Y así resolvieron dos problemas a la vez, alimentar y cuidar correctamente a los bebés conejo y mantener a los gemelos tranquilos y ocupados. Estos se aplicaban muy bien a la tarea, eran ordenados y cuidadosos en su trato a los pequeños bebés y dejaban que estos de vez en vez les chuparan los deditos de sus manos, porque sabían que entre ellos había una antigua conexión milenaria.

Bronceadita se preguntaba, que haría una vez que los conejitos fueran entregados en sus canastitas a cada uno de sus futuros dueños, los gemelos seguramente volverían a sus andanzas. Pero decidió desechar esas ideas de su cabeza y como cada día trae su propio afán se dispuso a contemplar a sus pequeños vástagos disfrutar alimentando bebés, mientras ella se dedicaba a adornar unas galletas de anís con pequeñas esferitas plateadas.

Mientras tanto, no lejos de ahí en el cortijo español, Revoltoso seguía rumiando en su cabeza el porqué de la misiva de Menudita, a medida que pasaban los días no podía quitarse de la mente que algo raro estaba sucediendo, ¿y si ese algo se refería a su amada Clarita?, no, no podía seguir con esa incertidumbre, tenía que hacer algo de inmediato, así que se dirigió a solicitar hablar con el director de aquella institución.

En aquella reunión informó al director lo que le sucedía y cómo aquella situación le impedía concentrarse en sus estudios. El director dando vueltas a los dos extremos de sus bigotes le dijo: - Muy bien señor Omelette, tiene usted mi permiso para regresar a su hogar, pero de una vez le informo que ya no regresará nunca más a este lugar-. Revoltoso contestó: -No importa Señor Director y entiendo su postura, pero para mí en este momento es más importante averiguar si algo le sucede a Clarita, ella es toda mi vida, espero que al menos me considere para poder repetir el curso el año entrante, con permiso y gracias por todo -.

-¡Un momento!-, dijo el director, - aún no he terminado, si le digo que no regresará nunca más es porque así es-. Revoltoso se levantó de la silla y ya se disponía a salir cuando nuevamente el director le espetó: -¿Qué parte de no he terminado aún, no entendió?, escuche con atención, usted no regresará porque a estas alturas del curso usted ya puede graduarse con honores, no es necesario que se presente al examen final. Así que en este momento le entrego su diploma y ¡ala, vaya a ver a su adorada Clarita!. Revoltoso aceptó la proposición y ni tardo ni perezoso en menos que canta un gallo ya estaba en camino a la huerta. Todos lo recibieron con gran alegría y le contaron lo que había acontecido y el siempre contestaba: -Si ya lo decía yo, si ya lo decía yo.

Los preparativos para el gran banquete de Pascua iban viento en popa, cada uno de los organizadores se avocó a una tarea de acuerdo a sus gustos y aptitudes, por lo tanto en la organización no había desacuerdos ni desavenencias. Unos hacían adornos, otros confites, algunos se entretenían elaborando todos los implementos necesarios para realizar una serie de divertidos juegos durante la celebración. Había un selecto grupo que se encargaba de seleccionar todo lo que necesitaban para elaborar el menú el cual estaba comandado por Revoltoso Omelette. Un conjunto de familias de guisantes por su parte se habían dedicado a la elaboración de muebles verdes para el jardín fabricados con ramas de enredaderas y plantas trepadoras.

Clarita como siempre hacía sus hermosas canastitas de Pascua adornándolas como siempre con flores, lacitos y un mini conejito, pero esta vez había hecho dos canastas especiales, eran para Nico y Tino, ambas contenían un par de mini conejos, así tendrían que cuidarlos en casa y dejarían descansar un poco a su atribulada madre.

Menudita por su parte preparaba los presentes que se darían a los invitados en una grandiosa tómbola y a su vez coordinaba que todos los otros preparativos fueran cumpliendo sus objetivos. Pero aún faltaban dos cosas muy importantes y para ello se disponía a solicitar la ayuda de dos de sus mejores amigas, primero visitaría a la que le quedaba más cerca, así que arreglando sus cabellos y tomando su bolso se dirigió en su búsqueda. 

Yolanda de la Colina Flores
Pascua 2013 

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