Con su graciosa elegancia
enguantado cual britano,
este gato muy birmano
enamoró a una
hechicera.
Sus ojos color zafiro,
la logran hipnotizar
y su mirada de niño
la llega a
mesmerizar.
Sociable por afición
cariñoso y juguetón,
fiel, tranquilo,
inteligente,
sedoso como el visón.
Le gusta jugar con
ella
entre mullidos
cojines,
trepándose con
cautela
con ronroneos y
mohines.
Y la graciosa
hechicera
se cae rendida a su
piés,
y se torna lisonjera
perdiendo su timidez.
Y se deja seducir
con sus mimos y sus
juegos,
y así sale a relucir
la verdad y sus
anhelos.
Pues ella es también
felina,
una gatita birmana,
a quien una primeriza
la convirtió en
hechicera.
Y mientras pasa el
conjuro
juega con lindos
mininos,
espera cambie el auguro
y volver a ser felino.
¡ Meoww, meoww, calabaza!,
es verdad y esto no es chanza:
“Gato con guantes no caza,
pero que bien
amenaza”.
Yolanda de la Colina Flores
6 de agosto del 2014
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