Son un clan de lisonjeros
doce gatos azulados,
con sus matices grisáceos
y destellos platinados.
Han llegado desde lejos
con sus dos capas de pelo,
pues allá en la estepa rusa
hay bajas temperaturas.
Con sus ojos verde mar,
cautivaron a su hechicera
y tras caminata ligera
se acuestan a descansar.
Aunque otros gatos grises
son rechonchos como borlas,
estos rusos muy felices
son gráciles cual gacelas.
Y les encanta jugar
con juguetes y pelotas,
sus uñas les gusta limar
en un rascador vertical.
Son activos y curiosos
y muy buenos cazadores,
adoran siempre a sus dueños
y se enroscan en sus cuellos.
Abren manijas de puertas
y te piden que los peines,
quieren que con ellos juegues
sin demora y sin excusas.
¡Gurrrrrgurrrrrrr, gurrrrrgurrrrrrr, olle tío!
Lo que digo es un buen lío:
“Pues los gatos y los niños,
siempre dicen: mío,
mío”.
Yolanda de la Colina Flores
8 de agosto del 2014
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