Los blancos búhos nevados,
por esta hechicera amados,
son cantores consumados
y se sienten muy ufanos.
Toman clases de solfeo
con esta nena paciente,
y entre vocalizaciones
también se van de paseo.
Se conocen bien las notas,
de unos cientos de operetas
y ella se siente orgullosa
de su ejecución pasmosa.
Con su bellos ululares,
dan muy buenas actuaciones
y en los nevados paisajes
se propagan sus canciones.
Los machos cantan krek, krek
las damiselas pyee, pyee,
los polluelos hacen hek
y ella contesta prek, prek.
Con sonidos persistentes
hacen ritmos y compases,
y se aplauden a si mismos
con su lengua y con su pico.
Como que miro y no miro,
¡Pomporrón, eso lo admiro!:
“Aunque hay aves muy juergosas,
bien está el búho en su nido.”
Yolanda de la Colina Flores
5 de agosto del 2014
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