lunes, 31 de octubre de 2011

SU JUGUETE PREFERIDO


A la pequeña Paulina en su cumpleaños

Había una vez una ciudad donde había muchísima gente, como las motas del polvo, vagaban y danzaban de aquí para allá, de allá para acá, de acá para allí, de ahí para hasta allá y viceversa.

Las motas de polvo no parecían tener algo en común, pues andaban todas a su aire, hacían lo que querían y a cada una de ellas, no le importaba, ni le interesaba, lo que las demás motas desearan o quisieran.

Sin embargo las motas de polvo tenían familias y cuando se reunían en lugar donde todas por las noches se tenían que dormir, se integraban en espacio y tiempo, pero nada más, las motas adultas se sentían cansadas de tanto ir de aquí para allá, o lo que fuera, las pequeñas obedecían a las adultas porque así se los habían dicho, pero tampoco compartían sus ideas, ni deseos, no hablaremos de anhelos, por que toda esta ciudad de motas parecía carecer de ellos.

Así que las motitas se encerraban en su cubículo, a jugar sentadas frente a un monitor, por horas y horas los juegos más sofisticados que la tecnología de motas había desarrollado.

Sin embargo, por extraño que parezca, en esa metrópoli de motas, existía una verdadera familia, de unos pequeñitos e indefensos seres humanos, eran diminutos al igual que las motas, pero tenían todas las características físicas y biológicas que sabemos tiene un humano y lo mejor de todo que es cada uno de ellos poseía, un alma.

Les era difícil vivir en Motalandia, porque no comprendían ni la forma de ser ni de actuar de las dichosas motas, pero, entre ellos se cuidaban, divertían, cantaban, jugaban, soñaban despiertos y dormidos, pero lo más importante de todo era que amaban y reían. Estas actividades las podían realizar por su espíritu, pero también porque eran una piña de un buen número de integrantes, pero no fue así siempre.

Cuando los padres de esta rara familia, para las motas, se integraron al mundo de las motas, llegaron con la ilusión primera de formar una familia. Pasaron varios años y los retoños no llegaban, pasado un largo tiempo los amantes padres aceptaron con resignación y entereza su sino. Pero, como ellos estaban convencidos de ser unos padres de familia natos, se avocaron a la tarea de buscar a alguien que necesitara de ellos como tal.

Buscaron en hospicios y albergues, pero para adoptar una motita les pedían un sin fin de requisitos, sobre todo que tuvieran una gran capacidad económica y eso era lo único de lo que carecían, porque en caridad, comprensión y ternura eran inmensamente ricos.

Un día recibieron una información, que aún no saben de donde llegó, sobre una casa de cuna donde era factible la adopción de seres como ellos, eran desechados en Motalandia, porque obviamente no eran motas como ellos.
Rápidamente se aprestaron a visitar el lugar y se dieron cuenta que había algunos seres como ellos que venían de otros lares, que adoptaban a los niños de la casa de cuna y se los llevaban lejos de esa ciudad tan peculiar.

Curiosamente había una pequeña cuna, por la que todos pasaban casi sin mirar, ¿cómo era posible? Se preguntaron los aspirantes a padres de familia. Poco a poco se acercaron a ella y entre sábanas blancas y con ropas adornadas con encajes y vuelos rosados yacía una criaturita aún más pequeña que ellos. Su nívea piel los tenía arrobados su lacios cabellos de un negro profundo como un bello terciopelo, sus labios rosados y tiernos y unos ojos negros hermosos y brillantes, que apenas se veían a través de sus rasgados párpados.

La pareja sabía entonces por que las demás parejas la relegaban, pero no pensaron en ello ni un segundo, ahora ellos sabían que habían encontrado la hija que tanto ansiaban. Rápidamente hicieron todos los trámites pertinentes y los recién estrenados padres, salieron de ahí felices con su nena. Más tarde la bautizarían con un nombre que no podía calzarle mejor a su adorada hija, Dulce.

La cuidaron con esmero y cuidado, con todo el amor y la paciencia de que eran capaces, llevándola a lugares especiales que les ayudaran a educarle y eran muy felices, pero la felicidad no terminaría ahí.

Pasado un año tuvieron, aunque nadie lo creía posible, a Juan, después de unos años arribaron, Martha, Tobías, Paulina y Leonel. Con el tiempo se volvieron pequeños niños que tenían sus sueños y anhelos bien definidos y cada uno de ellos se avocaba a disfrutar los juegos de su preferencia.

La más pequeña de la niñas Paulina, una nena pequeñita de cabellos rubios, ojos tiernos, vivarachos y una simpática sonrisa, tenía predilección por supuesto de las muñecas y los pequeños mininos con quienes jugaba por largos ratos, a todo lo que las niñas juegan imitando a sus madres, pero a ella le agradaba primordialmente acunarles y cantarles nanas.

Un buen día fueron al supermercado y entre los alimentos que compraron estaban incluidas por supuesto las cebollas, pero a la niña le encantaba una especial, decía que desde que la había visto en el anaquel ésta le había hecho “ojitos” y de vez en cuando le guiñaba un ojo. Su madre sonreía y miraba con ternura a su esposo quien con destreza le dibujó una carita, finalmente dejaron que la niña tomara a su cebolla predilecta y se la llevara a jugar con ella.

La pequeña jugaba a que le daba sus sagrados alimentos y le sentaba en la mesita con sus demás muñecas, le invitaba a tomar el té y se pasaba largo rato acunándola y cantándole las más bellas canciones de cuna que conocía con su dulce voz, la mecía en un cochecito y después la posaba en una pequeña cuna en donde la arropaba y la dejaba durmiendo.

Pasaba el tiempo y la niña día a día repetía su ritual, hasta que uno de ellos la cebolla se marchitó, muchas de sus capas se habían desgajado y parecía haber muerto. La nena lloraba desconsolada y se resistía a deshacerse de ella.

Su padre con ternura la tomó en su brazos y le dijo que no llorara, porque las cebollas suelen ser así, pero había algo maravilloso que ella debía saber, si plantaba su cebolla en un tiesto con buena tierra y la regaba cada tercer día, con el mismo cuidado y ahínco con que la había acunado, seguro renacería de nuevo.

Paulina enjugó su lagrimitas y se aprestó a la tarea, buscó en el jardín el más bello tiesto que pudo encontrar, con cariño posó su cebolla, le puso tierra y nutrientes y la regó, después le buscó un lugar donde le diera bien el sol, nunca se olvidaba de regarla y ponerle nutrientes, más pasaban los días y no pasaba nada.

Después de un tiempo que la nena consideró prudente, preguntó a su padre, cuando renacería su querida cebollita, él le dijo que pronto, pero que le daría una pista, cuando viera que en el jardín junto al tiesto había muchos chapulines había llegado la hora.

Todos los días al levantarse, Paulina miraba por la ventana a ver si divisaba alguno de esos insectos verdes, hasta que el ansiado día llegó, a través del vidrio de su ventana avistó un gran chapulín, con prisa se bañó, y vistiéndose, salió corriendo a buscar al jardín.

Ahí estaba, su juguete preferido, renacido, haciéndole de nuevo “ojitos” y sonriéndole. Paulina estaba feliz, no solo porque su gran amiga y confidente había regresado, sino porque sabía que nunca se separaría de ella, la nena estaba dispuesta a conservarla, así tuviera que plantarla una o mil veces.

Pobre motas de polvo ellas jamás podrán vivir esta experiencia, seguirán siempre jugando frente a un monitor, con escenarios ficticios, divirtiéndose con lo que otros han creado para ellas, sin conocer ni una pequeña muestra de la magia de la creación.

Yolanda de la Colina Flores
 31 de octubre del 2011

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ERES




El dorado amanecer y el dulce otoño en mi corazón,
eres la aurora radiante y la estrella que yo sueño,
cuando susurras de tu boca a mi boca, besos y poesía
en tu lengua, y aunque no entiendo siento la presencia del amor.

Y eres candor matinal un pleno anhelo,
Hermoso, refulgente y majestuoso
y con tu luz cruzas e inundas la sombra donde habito
y bella se hace mi piel entre tus manos y caricias.

Eres hálito de vida, tu cercanía viene de lejos
de lejos viene tu cercanía , tu distancia viene de cerca
agitando, cantando; dulzura del alma y rectitud,
vienes cantando al hablarme, agitando las aguas del océano.

Eres la brisa que riega tu perfume de ultramar
eres lluvia
eres vida
eres el amor de la vida.

¿Qué dirá, ahora, la envidia y el rencor?
¿Qué dirán de nosotros?
Hemos llegado al punto, donde eternamente viviremos,
hemos llegado a la más sublime eclosión de la pasión
y con solo saber eso, nace de mi este poema.

Yolanda de la Colina Flores
4 de mayo del 2007
Safe Creative #1111010416893

domingo, 30 de octubre de 2011

EL INMIGRANTE


El pequeño Educator Intrínsecus a quien por su edad y por pereza llamaremos Edu acaba de arribar a la tierra pues su vehículo al entrar en contacto con nuestra atmósfera ha perdido potencia y él no sabe si tiene posibilidades de regresar a su planeta perteneciente a otra Galaxia muy lejana.

Edu ha tenido en gracia aterrizar en un lugar del mundo donde hablan una lengua dulce y melodiosa, en un principio le ha parecido difícil descifrar el lenguaje, pero después de unas horas de observación y consultas en la web ha podido al  fin dominarla.

No entiende que las criaturas terrestres deban recargarse de combustible como su arcaicos vehículos, para luego después desecharlo en la forma más grotesca que sus nóveles ojos han mirado, los habitantes de este planeta, desconocido en su mayoría por él, le parecen muy singulares, los que tal vez podrían equipararse a su aspecto, son esas pequeñas criaturas a quienes los de más edad denominan niños.

A diferencia de él éstos siempre están acompañados y ni son independientes, no pueden ir solos ni a jugar, mucho menos viajar a lejanas galaxias, como él que desde que pudo mantenerse en pié, puede deambular y volar,  en naves que él mismo hace. No saben fabricarse sus propios vehículos y en ellos, hasta donde él ha visualizado, no utilizan la energía que les proporciona la estrella que los mantiene vivos.

Todos esos adultos, que así se suelen llamar, le miran con asombro entre las calles, han tratado de atraparle y siempre le preguntan dónde están sus progenitores, ¡pues surcando el espacio infinito, vaya pregunta!

Su vestimenta les parece rara y Edu no comprende por qué, es lo último en la creación de su planeta, le permite viajar a muchos mundos y no sufrir ningún cambio de temperaturas, además de proporcionarle todos los utensilios que él requiere.

Como su imagen ha creado tanto revuelo ha decido crear la ilusión de que otro es su aspecto, y como los llamados adultos son los únicos que pueden vagar por ahí como quieran se ha creado esta nueva apariencia, la de un joven adulto de aproximadamente veinte años.

Ha caído la noche y observa como sus similares en apariencia se reúnen en un lugar apiñado donde bailotean con ritmos primarios, su investigación le ha llevado a ver que tienen música por demás elaborada y culta y sin embargo se conforman con ritmos primitivos y repetitivos, beben bebidas que trastornar sus sentidos y los vuelven incapaces de percatarse concientemente de lo que están viviendo y luego salen a la calle a fumar pequeños cilindros encendidos que bien saben les hacen mal.

De pronto llegan una serie de agentes uniformados y le impiden junto con los demás salir de aquel lugar, los empiezan a revisar al mismo tiempo que hacen pesquisas en el antro, cuando le llega el turno de auscultación le piden sus papeles, ¿papeles, que es eso?, ¿acaso no pueden percibir su chip de identidad y con scanners saber que es un inmigrante? . Cuando ve que no puede responder una serie de preguntas incoherentes y que están a punto de subirlo a un vehículo, de inmediato se desvanece y reaparece en un lugar lejano a ellos.

En soledad Edu analiza toda la situación y se percata que para estar en ese planeta es necesario tener una arcaica tarjeta que le identifique y que sin ella no puede estar en ese lugar ¡vaya situación! ¿ desde cuando alguna especie se ha apropiado de espacios en algún planeta? Todo pertenece al creador y nadie tiene la potestad de adjudicárselo. Ahora comprende que no desea estar ahí y añora tanto su planeta y muchos otros que ha visitado.

Edu en su calidad de invisible surca la red de la llamada web, un cúmulo de información por demás desordenada, pero que de alguna manera le informa sobre su entorno, se da cuenta que en ese planeta, todos los habitantes sin excepción se lo han repartido y han marcado sus territorios, con mapas, banderas e incluso lenguas, no han sabido compartir y repartir todo lo que su planeta les proporciona con equidad entre todos, no respetan lo que cada quien piensa acerca de la creación del universo y por ello hay hambre, pobreza e incluso guerras.

Por primera vez, surcan lágrimas por su rostro y la sensación que siente no le agrada. Cierto que ha visto preciosos lugares, la naturaleza y lo que ella prodiga es ahí magnificente y sin embargo los terrestres no la aprecian en toda su valía, es un planeta hermoso, pero es mejor salir corriendo de ahí.

Se ha comunicado con sus padres y ellos vendrán por él en el claro de un bosque, así que con prisa se dirige a él, mientras tanto piensa con fe y optimismo que tal vez en unos cien años más estos seres cambien y al fin comprendan el sentido del universo y la creación y en su cara asoma una sonrisa; regresará y lo comprobará muy pronto,  ya que para él en su lejano planeta esos cien años terrestres solo representan un año más de su vida. 

   

Yolanda de la Colina Flores
 22 de octubre del 2011
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ALGUIEN


Alguien a lo lejos
irradia destellos,
¿humanos?,
¿etéreos?,
tal vez….. 

Pero tangibles...
insuperables.
Suspiros que rozan mi aliento...
caricias que siento…
sin rozarme la piel.

¿Cómo puede haber
tanta magia dormida?
¿besos en el aire que besan mi vida?
¿Es tu alma que viaja hacia mi
irrumpiendo la monotonía de mi vida?

Son nuestras almas
corazones unidos,
que juntas van creando
el origen, el fin y el todo.
desbordando destellos.

Y luces multicolores
que acarician
con nuestros pensamientos
los rincones
 de tu piel y mi piel.


Entonces brilla mi mirada
te veo a mi lado, se tensa mi cuerpo
y exhala suspiros,
me roza tu aliento
y me embebe en caricias.

Se aceleran…
 uno a uno
todos mis sentidos
y de pronto…
se detiene el tiempo.

Alguien a lo lejos,
toca mi cuerpo…
alguien…
 me acaricia
sin rozarme la piel.

Alguien cuyo nombre
pronto será el mío,
alguien que como el amor
lleva en su nombre
la primera letra del alfabeto.

Esa…
la primera letra
que yo suelo pronunciar,
todas las mañanas
en mi despertar.


Yolanda de la Colina Flores
1 de mayo del 2007
Safe Creative #1110300408549

sábado, 29 de octubre de 2011

LOS BUSCADORES DE DUENDES


Hay dos pequeños amigos Esperanza y Emmanuel, desde aún mas chiquitines comparten un sinfín de aventuras, ahora aunque ambos solo tienen nueve añitos comparten aficiones bastante peculiares, empezaron por agenciarse un acervo de música culta que va desde las clásicas piezas de Mozart, Beethoven, Bach, Mendelssohn y Tchaikovsky entre muchos otros hasta las óperas mas renombradas de Puccini, Verdi, Rossini, Donozetti o Wagner por citar algunas. Y pasan largos ratos escuchándolas y aprendiendo sus notas en papeles pautados.

Después como buenos cinéfilos han optado por crear una videoteca de infinidad de películas empezando por las clásicas en el magnifico blanco y negro de Charlotte Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd, hasta las magnificentes producciones de cinemascope y technicolor en dvd o blue ray y tienen entre éstas un acervo importante de ciencia ficción.

También gracias a sus padres poseen una vasta biblioteca de donde toman sus tomos más preciados en los que por supuesto existen las de aventuras de caballeros y princesas, elfos, hadas y duendes, incluso han aprendido el lenguaje élfico con el cual se comunican por escrito u oralmente, para que los adultos no descubran sus secretos infantiles.

Son felices y se divierten a rabiar, pero últimamente una pena les aqueja, hay una pequeña que comparte sus con ellos sus actividades y en ocasiones les acompaña a disfrutarlas, a pesar de que ella tiene muchas otras aficiones que a veces no le permiten estar todo el tiempo con ellos, es la hermana de Emmanuel, muy pequeñita y menudita a la cual todos llaman de cariño Doloritas, ésta haciendo honor a su nombre carece de buena salud y estos últimos días se encuentra postrada en cama.

Los médicos no aciertan a explicar con los medios que les da la ciencia médica que es lo que la aqueja, pero Doloritas está ahí reposando en su cama con un dolor de barriga constante que a veces es tenue pero otras veces provoca que por su rostro resbale una que otra lágrima.

Los dos la aman tanto que han empezado a buscar en su propia biblioteca y en las públicas todos los mamotretos que sienten les puede acercar a entender el mal que la postra e incluso han hecho infinidad de consultas en la web para ver si esto les arroja alguna luz.

Ahora Esperanza ha encontrado un grupo donde se realizan las preguntas más sorprendentes y muchas de ellas han sido contestadas, así que se aventura a cuestionar acerca de los síntomas que muestra Doloritas.

Inesperadamente después de unos días, su misiva recibe respuesta. Es un pequeño niño español, quien refiere que su mejor amiga, también mexicana, tenía un mal muy similar y que existe una forma de extirparlo para siempre.

El mal solo es producido en las niñas que quieren escribir, principalmente poemas, pero sus otras actividades no se lo permiten así que poco a poco se van comiendo las letras que debían plasmar en escritos, éstas van formando una maraña de palabras en la barriga y no puede salir por son inteligibles e ilegibles. Para formar las palabras correctas y sacarlas de la barriga es necesario que dentro de ésta se introduzca un pequeño duendecillo, pero este tipo de criaturas solo habitan en la región de Catalunya.

Todo esto ya parecía difícil de concebir, pero el niño ha agregado que dichos duendes son muy difíciles de encontrar y atrapar y que sólo existen en el mundo dos niños con la capacidad de atraparlos, ambos viven en Port Lligat llamados Antoni,  Josep y  María del Pilå, quienes son algunos de los niños que han heredado la magia de los druidas que hace muchísimo tiempo se asentó en aquel lugar.

Una vez obtenidos los datos de quienes pueden salvar a Doloritas, Emmanuel y Esperanza convocan a los hermanos restantes de él y les comentan la situación, para ellos no representa ningún problema llegar hasta aquel lugar, pues cuentan con Eugenio, quien haciendo honor a su nombre ha desarrollado múltiples artefactos y entre ellos por supuesto, y muy oportunamente para nuestra historia, existe un tele transportador.

Los chicos entonces se transportan hasta Port Lligat y aunque quieren visitar todo lo maravilloso que ahí se encuentra, no se desvían de su objetivo, así que se dirigen directo a la casa de los  buscadores de duendes, una casita hermosa casi a pie de playa realizada en  maderas, con una elegancia y belleza inusitada, en segundos se encuentran ya tocando el dintel de la hermosa puerta color azul de mar, donde ya les esperan.

Tras ella un chico amablemente les recibe con una amplia y cálida sonrisa,  -Hola, soy Toni,  y estos mis hermanos el Pep y  la Mari Pili, salgamos a pasear por la playa para que los mayores no nos escuchen-.

Libres de cualquier presencia adulta y sin las restricciones que pueden crear las conversaciones telefónicas, los pequeños cuentan ahora a sus interlocutores con lujo de detalles el mal que aqueja a la pequeña Doloritas.

Los tres hermanos se miran a los ojos y asintiendo con la cabeza y ofreciéndoles la mano el mayor les dice –Sí, podemos ayudarles, pero para ello será necesario que hagamos varias cosas. Primero ahora que es tardor, perdón otoño, tenemos que buscar en el bosque más cercano un árbol con todas las hojas completamente bermejas, que además haya creado a sus pies una alfombra con sus propias hojas ya caídas, después tendrán que traer la cama de la Dolors, porque es ahí donde ella al soñar hilvana todas las historias, cuentos y poemas que quiere escribir, las cuales al transformarse en signos y letras si no se plasman de algún modo,  en cada suspiro que ella realice se las irá tragando poco a poco hasta que se le llene la barriga, no sabemos cuanto tiempo le queda para que ésta se llene por completo, pero si ya la aquejan dolores el fin está cerca ¿de acuerdo?-

-¿ El fin? - dijeron a un tiempo Esperanza y Emmanuel

- Si, las letras al no tener más espacio donde guardarse empiezan a regresar a la mente pero en total desorden creando entonces una especie de locura en quien las genera, caen en un estado febril e irremediablemente van a dar a la zona oscura de las letras, entonces empiezan a escribir cosas que merman y van poco apoco extinguiendo la imaginación y la magia de los niños, las letras oscuras devoran a las letras que ilustran las historias de la fantasía. Si esto pasa, tu hermana Emmanuel no podrá regresar de ese mundo oscuro y desgarrador.- Explicó con una cara y una mirada que expresaba sin decirlo todo su temor.

-Ahora- continuó diciendo – hay otro problema y desgraciadamente no tenemos mucho tiempo para ello, hay que atrapar un duende coleccionador y no es tarea fácil encontrarlos, así que mientras las niñas van con el Pep a buscar el lugar donde poner a tu hermana, tú Emmanuel me acompañaras a buscarlo ya que voy a necesitar de tu ayuda para lograrlo.

El Pep organizó a las pequeñas en su búsqueda pues le gustaba mandar y pocas veces lo hacía porque en esas aventuras su hermano mayor era el que siempre llevaba la batuta, aunque lo más correcto no era decir precisamente ese implemento.

Emmanuel y Antoni regresaron a la casa de éste a recoger algunos pertrechos y se subieron a un pequeño velero en el cual atravesaron hacia el otro lado de la playa, al llegar a la orilla, fueron subiendo veredas y montículos hasta que Emmanuel se percató de que poco a poco se iban adentrando en un denso bosque, de repente Toni se paró en seco y dijo en voz baja –aquí me parece el lugar adecuado, ahora tendremos que hacer una pequeña hoguera, simular que nos estamos divirtiendo de lo lindo, aunque no sé que haremos para cantar porque he traído una guitarra para ambientar nuestra reunión y yo solo me sé algunos círculos-, Emmanuel hinchó el pecho y orgullosamente aclaró –no te preocupes yo sé tocarla muy bien, sólo dime que quieres que cantemos, espero que conozcamos las mismas melodías-.

- Humm…, déjame pensar- le respondió Toni y echando a volar su mente le dijo rápidamente, - pues alguna cosa de tu país, aquí muchas canciones populares de allá se han hecho famosas, a ver toca una, la que te parezca más conocida, quiera Dios y me la sepa-.

 Con trémula entonada voz Emmanuel empezó a cantar – de la Sierra Morena cielito lindo vienen bajando…- Toni con una sonora carcajada dijo – ¡perfecto!, …un par de ojitos negros, cielito lindo de contrabando- y ya estaba acompañándole al cante, y sonriendo y cantando ya a viva voz continuaron  -Ay, ay, ay, canta y no llores….

Siguieron así por un largo rato y a su mente vinieron muchísimas más melodías y parecía que realmente eran dos chicuelos disfrutando a la luz de una hoguera aquellas viejas canciones. De repente Toni le señaló a Emmanuel hacia unos pequeños arbustos que al parecer se movían y le instó a que siguiera cantando sin dejar de observar el singular movimiento, cuando menos lo esperaba, Toni sacó una especie de batuta plateada y dirigiéndola hacia los arbustos, habló con voz sonora como si de un canto se tratase – Man nalye? 1. entonces los arbustos se entreabrieron y mostraron la figura de un pequeño duendecillo bailando al son de  la guitarra, cuando éste quedó al descubierto, Toni volvió a agitar su batuta y con voz aún más fuerte dijo – Man naa esselya? 2 , el pequeño ser quedó como petrificado, el lenguaje completamente comprensible para él le ordenaba presentarse, pero este no podía articular palabra, aunque sus ojos no paraban de moverse y se veía asustado. Emmanuel podría jurar que cuando Toni agitó la batuta había escuchado junto a su singular canto algunas violas y violines,

-No temas- le reconvino Toni, -necesitamos que nos acompañes a un lugar, tenemos un gran tesoro para ti-, y moviendo nuevamente su batuta inquirió – Quetuvame! 3 - el pequeño ser ahora podía hablar y refunfuñar improperios, pero no se podía mover. Estuvo mascullando un largo rato una serie de incoherencias, hasta que por fin con voz furiosa farfulló – ¡No, no, no, y mil veces no, la última vez que me dijeron eso, me engañaron, me prometieron un grandioso botín y solo obtuve letras de plata, no es que no me gusten, pero me pone furioso que me engañen! –

-En este caso no es- así le dijo Toni, - y para ello te daremos una pequeña muestra, ¿verdad Emmanuel? , ¡vamos recítale a éste unos cuantos versos que haya escrito tu hermana!, y tú, ¡ ya verás que son oro puro!

Emmanuel que había permanecido tocando la guitarra como si estuviera musicalizando una escena cinematográfica, y tratando de recordar los acordes que surgían de la singular batuta de Toni,  aclaró sus ideas, no es que en su vida no se hubiese encontrado con seres fantásticos, que son tema de otra historia,  pero este le hacía mucha gracia, le maravilla su particular forma de vestir, todo en oro y colores bermejos y aunque estuviese furioso, Emmanuel atisbaba en esos pequeños ojos una gran bondad; así que después de unos segundos, esbozó una dulce sonrisa y empezó a cantar.

-Entre las rosas y lirios,
anidan hadas divinas
y los elfos entre zarzas,
con las uvas hacen miel.

Entre abetos y coníferas,
dormitan gnomos y trolls
y en Rovellons o Boletus,
los duendes suelen danzar.

Les melodías les encantan,
y no pueden resistir,
los acordes que provocan,
los niños al sonreír.

Esos sonidos divinos,
no son fácil de encontrar,
pues están bien resguardados,
por los que saben amar.

Es la risa de los niños,
la más hermosa canción,
que las madres atesoran,
dentro de su corazón.

Cuando la melodía terminó el duende sonrió complacido y Emmanuel casi podría asegurar que lo veía conmovido, mirando al pequeño ser se quedó expectante esperando su respuesta.

- No está mal, dijo el pequeño duende, haz sabido elegir la melodía ¡listo, muy listo!,  pero, haz actuado con ventaja, humm, por ello os pediré un extra, cuando haya terminado mi labor, quiero que la niña me cante al oído la canción, ¿vale? – Emmanuel y Toni asintieron a un tiempo complacidos.
    
- Ahora soltadme, o no os ayudaré tan rápido como ustedes necesitan, eres rápido nen, sabes usar bien esa batuta, y ¡es plateada! , no cualquiera tiene una de esas, ¿la fabricaste de cabellos de crin de pegaso?-  Preguntó el gnomo.

– No, es de cabellos de unicornio y no la hice yo, ojalá tuviera esas aptitudes, Man naa esselya? – le reconvino a su vez Toni, mostrándole nuevamente la batuta. El duende dijo –  Se necesita una batuta de oro para que te revele mi nombre, pero llámame Bernard, ¡mi nombre ahora no es importante, así que desatadme!

Toni hizo ahora un recio movimiento con la muñeca y dijo con voz potente – Maara tulda! 4 - y el duende pudo al fin moverse y sacudiendo su cuerpecillo dijo, - ¡Gracias! acompañadme ahora a por mi balde de oro-, Emmanuel volteó a ver a Toni con cara de expectación mientras pensaba para que diablos querría aquel pequeño ser un balde, Toni le calmó diciéndole –no te preocupes el sabe lo que hace, ya lo verás- Emmanuel se limitó a subir los hombros y seguirles.

Se adentraron aún más en el bosque sorteando arbustos y ramajes que parecían abrirse a su paso y cerrarse una vez se iban adentrando,  hasta llegar a un lugar que parecía asemejarse a una pequeña ciudad de diversos tipos de setas, Bernard se metió dentro de una de ellas que parecía un espléndido boletus y al poco tiempo reapareció con un brillante y refulgente baldecillo.

Emprendieron el viaje de regreso hasta llegar de nuevo a la casa de los niños catalanes, a donde se pusieron a esperar el regreso de los otros chiquillos, para la espera Antoni había entrado a su hogar y había salido de ella trayendo consigo una charola con  seis tazas de chocolate con nata y pastisets para acompañar la bebida.

Mientras ellos habían pasado por toda esta serie de actividades el Pep ya había organizado a las niñas, la Mari Pili, llevaría una pequeña lamparita para ir alumbrando el camino, Esperanza una senyera para marcar el lugar una vez hubiese sido encontrado y Pep a su querida mascota la cual se quedaría resguardando el lugar elegido. 

Atravesaron muchos parajes y las niñas ya casi desfallecían de cansancio, cuando al fin el Pep divisó un árbol con las características que precisaban, las niñas sacaron las fuerzas que les proporcionaban ahora las endorfinas de haber cumplido la misión y saltaron de alegría, la Mari Pili exclamó –¡josú, pense que nunca llegaríamos, jolines!-, Esperanza colocó contenta, la pequeña senyera y en petufet un poco enfurruñado se quedó a cuidar valientemente el lugar.

Durante todo el trayecto Esperanza se preguntaba porque sí los dos hermanos tenían esos nombres tan catalanes, la hermanita tenía uno tan castizo, eso aunado a que la chica nunca hablaba catalán sino solo castellano con un acento marcadamente andaluz, además los chicuelos eran extremadamente serios y formales y ella era un cascabel a la que todo le parecía gracioso.

Al llegar al hogar, se encontraron esperándoles, como ya sabemos, a los dos niños con el pequeño duende, las niñas les saludaron y aceptaron de buen grado el chocolate y pastisets que también les estaban esperando, éstas preguntaron al unísono –¿hace mucho tiempo que estáis esperando?-

- No- contestó Toni, - ya veis que el chocolate todavía está caliente, ahora lo que hay que hacer de inmediato es irnos al lugar y traer a la Dolors de la misma forma que ustedes han arribado, supongo que las coordenadas ya las habrá memorizado Esperanza, solo nos resta esperar que ningún animal haya querido pasar ahí la noche y haya devorado al pequeño en petufet.- El Pep hizo  una mueca que demostraba que no le había agradado mucho el comentario de su hermano, este sonrió y despeinándolo con una mano lo tranquilizó, - vamos Pep, sólo era una broma.

Esperanza y Emmanuel desaparecieron y llegaron a la habitación de Doloritas, la cual parecía dormir, aunque no plácidamente, su rostro y el tono de su piel demostraban que no la estaba pasado nada bien.  Emmanuel cambió las coordenadas de la teletransportación incluyendo la cama de su hermana, Esperanza le pidió que también llevaran el buró de Doloritas, para que cuando se despertara observara junto a ella el retrato de sus padres que siempre tenía sobre el pequeño mueble.

Ya estaban a punto de partir cuando Emmanuel dijo – Espera, olvidaba la guitarra de papá, está mejor afinada, ya te explicaré, agregó al ver la cara estupefacta de la niña. Ella le reconvino entonces –esta será una ocasión muy especial para todos así que vistámonos más apropiadamente, yo me encargo de Doloritas-, una vez efectuado esto desaparecieron, reapareciendo de nuevo en el claro bermejo del bosque.

Los otros niños que ya les esperaban ahí parecían haberse puesto de acuerdo con ellos y también iban muy bien vestidos para la ocasión y por lo visto el petufet había sabido resguardar muy bien el lugar.

Todos rodearon la cama donde reposaba la pequeña enferma, el duende se posó a su lado y le tomó la mano y poco a poco fue menguando de tamaño, cuando tuvo un tamaño prudente se subió sobre la mano de la niña y subiendo por su brazo, cada paso que avanzaba él y su balde se iban empequeñeciendo más y más, subió por su mejillas y cuando llegó a la comisura de su boca, gritó con todas sus fuerzas – ¡Tapadle la nariz para que abra la bocaaaaaa!, los niños escuchaban su voz como un pequeño murmullo, aunque el pequeñajo, parecía estar desgañitándose, Emmanuel tapó por un instante la nariz de su hermana y el duende entró por ella, sólo lo vieron sumergirse caminando por su lengua, la niña de nuevo cerró la boca y el duende desapareció por un largo rato.

Todos permanecían callados, solo alcanzaban a percibir que algo estaba sucediendo, porque a la niña le iba cambiando el semblante, Emmanuel tocaba muy piano la guitarra a fin de calmar los nervios, el Antoni caminaba de un lado a otro, girando su peculiar varita entre ambas manos, el Pep acariciaba su querida mascota y las pequeñas danzaban silenciosamente al ritmo de los acordes de la música que salía de la dulce guitarra.

De repente, Esperanza le dijo susurrando, -esperad parece que escucho algo- cesaron sus actividades y entonces percibieron de nuevo la vocecilla -¡Tapadle la nariz para que abra la bocaaaaaa!-, pero esto no fue necesario la niña emitió un suspiro y el pequeño duende salió disparado hasta la orilla de la cama, el Antoni lo agarró y lo depositó sobre un pequeño tronco, a medida que este iba creciendo ha su tamaño natural. Entonces los niños vieron que su balde estaba repleto de letras de oro adornadas con algunas piedrecillas preciosas. Ahí estaba ante sus ojos, el ansiado botín del pequeño ser.

Bernard les dijo entonces –Tardará unos minutitos en despertar, ahora está reordenando de nuevo su imaginación, ahora les recomiendo que una vez que vuelvan a su hogar hagan que la nena escriba lo más que pueda, para que nunca le vuelva a aquejar este mal-.

La nena en efecto despertó al cabo de un rato con una enorme sonrisa, tomó del buró la foto de sus padres y le estampó un sonoro beso, posteriormente todos fueron a abrazarla y besarla, el Antoni le calzó las pequeñas zapatillas, ella tomó su mano y le dijo a su hermano, -Toca Emmanuel, que ahora sé lo que debo hacer- y cerrando un ojo a su hermano se limitó a ir pausadamente acercándose al duende, hasta que con su tierna vos infantil, empezó a cantarle al oído -Entre las rosas y lirios…-.

Después de mandar la cama, el buró y todo lo que éstos contenían de nuevo a su lugar de origen, se alejaron de ahí cantando y danzando, tenían que llegar a degustar la deliciosa cena que su madre andaluza  y su recio padre catalán, de seguro ya  les tenían dispuesta.

Nadie se percató que en algunas ramas del árbol colgaban algunas letras, que se habían escapado del balde del duende para contar su propia historia.

1 ¿Quién eres?
2 ¿Cómo te llamas?
3 ¡Hablemos!
4 ¡Salve!
 (Lenguaje élfico)

Yolanda de la Colina Flores
17 de octubre del 2011

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YO SOY



Yo soy horas de sol y verde primavera
cuando se que respiras junto a mi,
la vida y su color claro
cuando tus manos aguardan a las mías.

Cuando nos amamos dulcemente
y cuando nos hablamos uno al otro
con labios poblados de besos,
con las almas oferentes y entregadas

Yo soy la que siente a través de ti,
latido a latido el profundo deseo de tu piel.
La que gira elípticamente sus caderas
y sus goznes para afianzarse a ti.

Yo soy mis pupilas que te cuentan
todo del amor y el resplandor
de las horas felices y de los paisajes nuevos
por los que me llevas tú.

Yo soy voz que es aroma de flor
y esperanza que te susurra al oído.
Yo soy esa piel que es una planta,
generando rosas con el roce de tu piel.


Yo soy esa que te habla del futuro
y el porvenir y también del amor,
yo soy luz completa en tu camino,
exacta e invariable en sentimientos.

También soy yo tu aprendiz
en las artes intrincadas del amor y
hoy soy tan lúcida como nunca,
con formas tan mías de seducir.

Yo soy la que hoy puede ser solo para tí,
jugando, cantando y saltando,
la que en forma sensual y tierna
se mueve circularmente bailando para tí.

Yo soy la que escribe frases sobre tí,
esbozando, trazando y dibujando,
encantada y verbo candente
y que hoy vive más allá de sus simples palabras.

La que te dice hoy quedito y ha gritos
en mi soledad y frente a todos,
desde el fondo de su alma, que estas letras,
te dicen sinceramente, lo mucho que te amo yo.

Yolanda de la Colina Flores
17 de mayo del 2007
Safe Creative #1110290404026

viernes, 28 de octubre de 2011

LA ESCRITORA DE CUENTOS



Alba es una chica que estudió la licenciatura en Filosofía y Letras, y aunque le agrada mucho escribir cualquier género literario, no sabe porque, pero ella se decanta por escribir cuentos para niños y hasta el momento ha sabido hacerlo muy bien, debido a que también tiene una capacidad nata de poder ilustrar sus cuentos.

Su único interés ha sido siempre el poder sorprender y agradar  a los pequeñines que le leen, desde pequeña tenía muy arraigada esa veta y se deleitaba en contar cuentos a todos sus hermanos pequeños y toda la caterva de chiquillos que les circundaban.

Aunque poseía un  gran éxito en su trabajo, tenía un compañero sentimental que más que eso era una sombra a su lado, un fantasma que vivía engañando a todo el mundo, se rodeaba de artificiosos oropeles sólo con el fin de sentirse admirado por sus convenencieras amistades quienes convencidos que el tipo era un heredero millonario le rendían falsa pleitesía sin saber aún que toda su sarta de mentiras un día acabaría derrumbándose como un frágil castillo de naipes.

Cuando todo esto ocurrió, todo su pequeño mundo lógicamente le dio la espalda excepto Alba, le brindó incluso todos sus ahorros, permitió que éste empeñara su pequeña colección de alhajas que con tanto esfuerzo había podido reunir, le alentó a levantarse, creyendo, con los ojos cubiertos por una venda, en sus mentiras y su inocencia ante su estrepitosa caída. Pero él en su amargura y soberbia no sabía verlo y poco a poco empezó a tratarla mal, a criticar lo que hacía e incluso su forma de ser.

El noble corazón de Alba que todavía creía amar a aquel sujeto aguantó durante un tiempo, el prudente para las almas nobles, hasta que por fin ideó la manera de la misma forma que su imaginación de escritora se lo  permitía y con elegancia e ingenio logró terminar la relación haciendo creer al sujeto que había sido él quien había tomado tan certera decisión.

Al parecer al idear tal situación, su imaginación e inspiración desparecieron como por arte de magia, al día siguiente de tal acontecimiento se sentaba ante el teclado de su laptop, sin tener resultado alguno, pensó entonces que tal vez requería la inspiración del papel y tomando su libreta se sentó y trató de concentrarse, pero tampoco obtenía ningún resultado, las hojas permanecían en blanco. Pensó que el reciente curso de los eventos tal vez le hubiesen afectado más de lo que ella esperaba y dejó de insistir por unos días.

Pero ni el paso de los días generaron ningún cambio, por más que Alba lo intentara la inspiración parecía haberse ido de viaje. Se metió en cuanta biblioteca pudo y se sumergió en océanos de libros con el fin de que por ahí le surgiese una idea sucedánea, pero de nuevo nada, nada de nada.

Viajo tan lejos como pudo y contempló los más bellos paisajes, visitó museos y presentaciones de teatro así como cualquier expresión artística que le saliera al paso, pero la inspiración había desaparecido.

¿A dónde se había fugado la inspiración, a dónde estaban las musas, y su imaginación? Tal vez el viento en sus caprichosos arranques se las había llevado y andaban vagando por ahí sin que nadie pudiera atraparlas. Definitivamente Alba divagaba.

Cayó en una especie de trance febril y aunque afuera llovía copiosamente ella se vestía con botas y albornoz, mirando al cielo buscando a su antiguo aliado el sonriente gato de Chesire, pero como éste entre el paisaje se le  escondía, tomaba por pertrecho alguna una red,  para ver si así podía atrapar a las ansiadas fugitivas, pero sus esfuerzo fueron vanos y por más que las buscaba, ellas parecían a posta alejarse de ella.

Las buscó en bellos atardeceres y paisajes inolvidables, en las bellas parejas enamoradas haciéndose arrumacos o externando alguna muestra de ternura, se puso a mirar toda un vasta filmografía viendo desde las excelsas películas que hubieran existido hasta las últimos estrenos, incluso se aventuró ya desesperad a buscarlas en la radio y por último la televisión, pero no, estaba sola, sus ansiadas compañeras de antaño se había esfumado.

Cansada de vagar e insistir tanto, por fin se dio por vencida y estuvo largo tiempo divagando sobre que actividad tomar y mientras lo pensaba se convenció a si misma que requería un largo descanso, en algo que le proporcionara paz y tranquilidad. Recordó sus años pueriles y el lugar donde en su tierna infancia había sido tan feliz, ¿permanecería aun de igual manera o tal vez el paso de los años lo había cambiando, rompiendo para siempre su encanto?

Dudó si visitarlo o no, finalmente después de unos días se decidió a regresar y pensó en realizarlo de la misma manera en que por primera vez había llegado ahí, con comodidades propias del avance del tiempo, pero con el mismo recorrido que ya había realizado en su niñez. 

Así que tomo el tren que viajaba al filo de la sierra de Chihuahua, asomada a la ventana veía claramente todos los paisajes que aún quedaban guardadas en la retina de su mente, el desierto majestuoso y su gran variedad de suculentas, los riscos escarpados, con colores tamizados de rojos, bermellones, ocres y amarillos refulgentes.

Pasó asomada a esa ventana a todas horas, por la mañana, al mediodía, en la tarde y en las frías noches donde el mirar el cielo y sus límpidas estrellas le hacían olvidar la baja temperatura que entraba e intentaba colarse hasta sus huesos, pero la calidez de su corazón lo derretía todo y ella permanecía tranquila sin que nada ni nadie la perturbara de su contemplación.

Cuando por fin llegó a su destino, contempló con asombro que todo permanecía tal y como ella lo recordaba, el tiempo parecía haberse detenido. Ahí estaba la pequeña plaza donde se hacían los honores a la bandera y los festejos propios del pueblo. También la hacienda donde antaño viviera con la majestuosa fuente central y cuatro jardines que la circundaban con los típicos árboles de rosal californiano, las mismas baldosas y el mismo color.

Al frente aún se encontraba la enorme huerta, plagada de nogales, moras, ciruelos, nísperos, melocotones y albaricoques, aún podía sentir en su boca los sabores que cada uno de los frutos de aquellos árboles le prodigaban gratuitamente. 

A un costado de la hacienda todavía corría el pequeño río donde tantas veces se había bañado, ya no estaban las señoras que en alguna ocasión iban a lavar la ropa, pero por lo demás todo era exactamente como  lo recordaba.

De pronto una sola evocación le dio un vuelco al corazón. ¿Y el estanque, aún permanecería igual, los sauces llorones que le circundaban estarían ahí esperándole? ¿Los cientos de mariposa, libélulas y escarabajos, seguirían ahí remontando el vuelo? ¿Y las flores aún serían tan bellas y variadas como les recordaba o el tiempo las había hecho emigrar? ¿y las aves… y…? Su paso se fue acelerando cada vez más hasta que ya estaba en una franca carrera, cuando arribó al lugar Alba estaba desfallecida.

Y ahí ante sus ojos estaba todo, como lo había dejado, algunos arbustos tal vez uno poco más grandes pero nada más la limpia y embriagadora placidez del lugar milagrosamente se había conservado, estaba ahí como esperando a que ella regresara. Lágrimas de felicidad asomaron a su rostro sin poder evitarlo hasta que las sonrisas se tornaron en un franca risa sonora y fresca.

Se descalzo la sandalias y subida en la rama de un sauce mojaba sus pies observando el trajín diario de toda la fauna de aquel mágico lugar y así fueron pasando los minutos hasta que estos se transformaron en horas y el crepúsculo apareció y luego dio paso a la esplendente noche, Alba decidió quedarse a ver la llegada de los cocuyos que tanta nostalgia le provocaban.

Y después de unos instantes efectivamente arribó un gran enjambre de cocuyos y todo parecía plácido, casi silente y tranquilo, solo se alcanzaban a escuchar algunos ruidos de aves e insectos en forma muy tenue, pero de a poco empezó a escuchar una serie de sonidos a lo lejos, un murmullo de voces quedas, que poco a poco iba subiendo de tono por su proximidad, los cocuyos no habían llegado solos a éstos les seguía un enjambre de chicuelos.   

Alba se quedó callada, observando a los pequeños visitantes, adivinando sus movimientos, rememorando lo que ella y sus hermanos solían hacer también cuando eran pequeños. Contempló silenciosa la hermosa imagen que estos le ofrecían sin querer, sus rostros con una mezcla de travesura y asombro iluminadas por la tenue luz de los cocuyos, su inútil intento de querer atraparlos para llevarlos a casa y encerrarlos en cualquier closet o armario. Sus risas y juegos en voces apagadas para no espantarles.

Los niños al igual que ella estuvieron toda la noche contemplando los luminosos lances y vuelos de los enigmáticos insectos, hasta que empezó a amanecer y estos fueron desapareciendo poco a poco.

Con el mutis de los cocuyos los niños entonces repararon concientemente en la presencia de Alba e intentaron de inmediato cambiar con ella impresiones, con ello se dieron cuenta de que su interlocutora era toda una experta en cocuyos, todos se sentaron a su alrededor escuchando todo lo que ella podía decirles acerca de ellos y de sus experiencias cuando era niña.

Ya el sol despuntaba y ella se encontraba embebida en su quehacer hasta que un pequeño mozalbete le preguntó -¿y tú no te sabes algún cuento de cocuyos?. La joven meditó por unos segundos y mientras sonreía, la inspiración, las musas y la imaginación regresaban ahí estaba Alba a alba, rodeada de pequeños diciendo:  – Pues mira…, el cuento comienza así….  

Yolanda de la Colina Flores
14 de octubre del 2011

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SOMOS



Somos más allá de todo sueño,
definición de atrapados,
un beso enviado a la distancia
hablando un lenguaje nuevo.

Construcciones de palabras
que sólo entiende el amor
pues cada frase creada
es feliz y delicada.

Tus labio son fruta dulce
que voy mordiendo de a poco,
saboreando a cada instante.
este elixir que  da vida.

Eres halcón que me ampara,
marea que abate mi alma
y la convierte en la ola,
que se desmaya en tus playas.

Eres agua musical
que despierta tierra interna,
luces, astros luna sol,
y arco iris con estrellas.

Yo soy frágil mariposa
al resguardo de tu cuerpo,
creando nido en recovecos
que recorro con mis besos.

Empieza mi vida en ti,
esplendor del alma mía,
ante truenos y tormentas,
mi esperanza vuela a ti.

Somos canto en nuestras almas
labios hablando en penumbra,
pensamientos alocados
lo que crea lo que anhela.

Y somos los mismos de antes,
los que somos  día con día,
los de siempre, los antaño,

y a la vez tan diferentes.


Yolanda de la Colina Flores 
27 de abril del 2007
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