viernes, 30 de enero de 2015

A XOCHIMILCO Y CUEMANCO



Festivo Xochimilco y eglógico Cuemanco
crisoles de mecenas, de arte y colorido,
de Olmedos, de Siqueiros, Riveras y de Kalhos,
altépetl de mexicas, preclásicos ancestros.

Arqueología acalpixca de nuestros xochimilcas,
canastas de pirul, membrillo y ahuejote,
dulce cristalizado que asoma sus cabezas,
artesanal legado que endulza los sentidos.

Desfile de chinampas ampliando territorios
de sembradíos y huertas de flores y verduras,
cubiertas de composta y miles de hojarascas,
en la que otrora el sauce nutría sus raíces.

Un códice del náhualt con una flor por glifo
sinónimo de milpa y consonante a flores,
Venecia mexicana, con tus canales prietos,
por los que se desliza tu pueblo en trajinera.

Yolanda de la Colina Flores
29 de enero del 2015


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jueves, 29 de enero de 2015

POEMAS, LIBROS Y CUENTOS DE UN PRINCIPITO Y SU ORGULLO.* (Mini relato basado en cinco títulos de obras leídas varias veces)




Existía un minúsculo planeta, donde todo era pequeño, un reino muy pequeñito, un castillo chiquitico, una aldea miniatura, un bosque diminutivo y un enorme principito.

Y aunque todo era pequeño el príncipe estaba orgulloso, del reducido planeta, de lo enano de su reino, y de todo lo canijo que se cernía ante sus pies. Y se sentía orgulloso pues sus súbditos cual granos, casi unos liliputienses, eran grandiosos y ufanos.

Resulta que eran muy cultos, de gran sapiencia y muy sabios, escribían lo que sabían podía ayudar a los otros a tener conocimientos o un rato de esparcimiento.

Y con ellos muy contento, el principito escribía, poemas, libros y cuentos que también les compartía.

Después de pasado un tiempo, era tanto lo que escribían que en el reino cabía. 

El principito orgullosos de lo que ahora acontecía, decidió un día glorioso lanzar todos los escritos, por el espacio infinito, con la idea de compartir toda la sabiduría de su reino pequeñito. 

Y todos los días él lanza, un montón de mamotretos, en un tamaño perfecto para que todos los lean.

El enorme principito, con su reino pequeñito, nos demuestran la grandeza, el orgullo y la sapiencia que da el compartir los libros.

Yolanda de la Colina Flores
7 de agosto del 2014    


*Títulos de los libros de los cuales se tomaron las cinco palabras.

Poemas, Jorge Luis Borges
La ladrona de libros, Markus Zusak
Cuentos de invierno, Miguel Herráez
El principito, Antoine de Saint Exupèry
Orgullo y Prejuicio, Jane Austen
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miércoles, 28 de enero de 2015

PEQUEÑA BALLERINA



Era un niña pequeña, pequeñísima aún más que pulgarcito o almendrita, de nombre le pusieron Piccolina, desde bebé le encantaba andar de puntillas para verse un poco más grande por lo que no es sorprender que después quisiese estudiar ballet, su madre le fabricó sus vestimentas y zapatillas, pero cuando su madre se las mostró, no le parecieron adecuadas ya que ella quería que con ellas se viera un poco o un mucho más alta, su madre y ella cavilaron la manera de lograrlo y no se les ocurrió otra idea que dotarlas de tacones. Así la pequeñina danzaba y danzaba con sus zapatillas de ballet con tacones puntiagudos.

Cuando creció, de edad más no de tamaño, su torso ya no era plano, por lo que tenían que idear la manera de aplanarlo, intentaron muchas cosas, pero entonces tuvieron otra brillante idea y le colocaron un anillo a manera de corsé que funcionó a las mil maravillas, su madre finalmente le regaló toda su colección de anillos que fueran a juego con sus ropajes.

Para que adquiriera aún más estatura idearon unos peinados altos a manera de unos largo e intrincados chignones, en cuyas elaboraciones tardaban un tiempo considerable. 

A Picolina no le interesa el dolor ni las deformaciones que han sufrido sus diminutos pies, a ella sólo le importa que danza maravillosamente y que cuando camina se ve un poquito más alta, no le amilana lo apretado de sus improvisados corsés, con que le permitan respirar para bailar para ella es más que suficiente, tampoco le preocupan ni le fastidian las horas frente al espejo cuando le peinan, mientras su figura ocupe un poco más el espacio en el que danza en forma vertical, le parece suficiente recompensa.

Por ahí se cuenta que un grupo de gnomos trashumantes le invitaron a pertenecer a su compañía, pero cuando se enteró que danzaban con babuchas o descalzos declinó la invitación, sus padres le confeccionaron un pequeño teatro portátil que montan y desmontan a su antojo sobre las mesas de quiénes visitan, en el cual la nena realiza sus singulares presentaciones, ahí donde el espacio que ella ocupa en el escenario le parece hecho a su medida y perfectamente adecuado.

Yolanda de la Colina Flores

1 de septiembre del 2014
 
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