A Cynthia una de las pocas mujeres que conozco, que sigue siendo princesa.
Hoy empieza una serie dedicada a unas princesas que no son famosas como Blanca Nieves, la Bella Durmiente o Cenicienta entre muchas otras y de las que casi nadie escribe, pero que a mí me inspiraron. La serie comienza con este par de gemelas musicales, pero no sabemos cuando habrá de culminar.
Doremí es una princesa
con una voz cristalina,
y a una arpa se asemeja,
su figura tan divina.
Jamás habla como todos
su lenguaje es el cantar,
y solo le salen tonos
de su boca singular.
Nunca suele discutir,
pues si de acuerdo no está,
ella se suele evadir,
con solo vocalizar.
Si ella se llega a enfadar,
canta las arias de Wagner,
cuando triste puede estar,
hay romanzas por doquier.
Cuando llora esta princesa,
todo el reino va a mirar,
pues las notas que derrama,
son hermosas de escuchar.
Cuando ella termina el lloro,
todos desean aplaudir,
pero lo hacen con decoro,
no se vaya a sonreír.
Y si la niña sonríe,
esto da preocupación,
pues las copas del tesoro,
se transforman en añicos.
Organiza mil conciertos
y operísticas reuniones.
Siempre bien portada es
y jamás la nota da.
Y si ella está preocupada,
por sus hermanos sin par,
con Vivaldi y entonada,
ella lo puede ocultar.
Fasola es su gemela,
pero en nada es su igual,
ella no canta resuena,
con una clave de fa.
Se traga todas las notas,
cuando se pone afinar
y a adquirido la forma,
de un violonchelo sin par.
Le gusta estar siempre sola
y con nadie departir,
y se arrebola entre solos,
en tempos muy moderattos.
Toca pocos agitattos,
pues no se llega a enfadar,
le gustan los pizzicatos
y acordes a todo dar.
Como es bella y candorosa,
lo que más suele tocar,
son ritmos molto affetuosso,
y acordes en amorosso.
Fasola y Doremi,
algo suelen compartir,
un hermanito feliz,
que a todo les dice si.
Y escucha los solos lentos,
de su hermana Fasola,
y también va a los conciertos,
que le canta Doremi.
Cuando este príncipe bello,
empiece pronto a cantar,
también dará sus conciertos,
balbuceando siempre Si.
Aquí acabo de narrar,
esta historia principal,
pero vamos a entonar,
la moraleja al final
Si tu no sabes cantar,
ni tocar un instrumento,
el aprender a escuchar,
afina los sentimientos
Yolanda de la Colina Flores
15 de noviembre del 2011
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