Mantra tu nombre y sus letras,
sánscrito finalmente comprensible
en verbos conjugados diariamente,
mil y una veces repetidos.
Mandala de mi sueños.
tu nítida figura y tu presencia,
evocación eterna y sosegada
de los ciclos eternos de natura.
Mantra tu voz y acento,
que desvanece todo,
liberación de mente,
con versos eternamente recalcados.
Mandala interminablemente duplicado,
aún no desvelado por completo,
macros y microcosmos enlazados,
de símbolos y esquemas infinitos.
Mantra tu idioma y sus letras,
ceremonia y liturgia cotidiana,
rituales amorosos reiterados,
ecos sagrados de un lenguaje divino.
Mantra que inunda mi entorno plenamente
y todos los momentos repintados,
tu nombre salmodiado al infinito,
formando el Mandala de mi vida.
Yolanda de la Colina Flores
1 de noviembre del 2011
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