martes, 1 de noviembre de 2011

VIAJE MÁGICO Y MISTERIOSO




Van a dar las doce de la noche aquí en este país europeo, recuerdo vagamente haber sido invitada a un aquelarre, traducido actualmente en una reunión virtual de brujitas cosmopolitas “light, very light”. Como no sé en la invitación a tal reunión a que horario se refiere, si la del continente americano o la del que ahora moro me recuesto en un mullido sofá; tratando de dilucidar la hora exacta de la reunión, lentamente se van cerrando mis ojos dando paso al triunfo de mi sueños sobre mi deseo de permanecer despierta.

De repente una música dulce y tierna muy lejana me saca de mi ensueño, no sé exactamente cuanto tiempo he dormitado, incluso podría decir que desconozco a ciencia cierta si estoy dormida o despierta; dichas divagaciones pasan ahora a un segundo plano, el sonido de la música parece hipnotizarme y me va llevando por un camino fosco y en penumbras que no imagino como de repente ha aparecido en mi hogar, no tengo miedo pues a lo lejos alcanzo a percibir una luz cuya sola presencia me tranquiliza y a medida que avanzo a su encuentro siento una felicidad indescriptible.

Al enfrentarme a la luz, ésta de repente parece enceguecerme con su luminosidad y refulgencia, para dar paso a un paisaje azul celeste plagado de nubes y estrellas, donde destaca por cercanía la tan adorada luna, jugueteo entre las mullidas, cúmulos, cirros, estratos, y nimbos que pasan por mi camino, la experiencia es más que placentera, es como si reviviese mis juegos infantiles brincando sobre camas, pero sin el miedo a caer o a que se desplome la superficie que te sustenta, además los saltos brincos, cabriolas y maromas que ahora puedo dar serían la envidia del mejor integrante de “Cirque du Solei”.

Después de andar salta que te salta por las nimbos que son las más mulliditas, sin quererlo mis tacones de aguja han provocado un ligero chaparrón, y a alguien le ha molestado porque también ha llegado un viento muy juguetón, que se ha atrevido a revolcarme por entre las nubes. Tratando de detener mi gran sombrero de brujilla, intento de alguna manera huir de las gotas que intentan mojarme, pero de repente baja de lo alto un magnífico paraguas que parece hecho de tela de araña, me divierte y maravilla su intrincada elaboración, pero lo que más me agrada es que me resguarda perfectamente de la lluvia.

Alucinada y embebida estoy en contemplar esa lluvia tan peculiar que al caer parece formar también figuras redondas de una brillante tela de araña, que no me percato de que a mi lado está una maravillosa escoba de transporte, hasta que ésta me empuja ligeramente con el fin de que repare en su presencia.

Al montarme la escoba empieza a moverse con vida propia y me lleva a varios lugares que había tenido en mi mente a través sólo de imágenes. De improviso veo desde las alturas algunas regiones de la península ibérica como Barcelona, Murcia, Granada y Córdoba pasando por paisajes variados, lenguas y costumbres diferentes hermanados por el majestuoso Mediterráneo. 

Mi vehículo acelera rápidamente y me cambia el rumbo y ahora me encuentro sobrevolando el Atlántico y me va llevando en suave y cálido vuelo al imponente continente americano y voy volando por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Honduras, Perú, Uruguay y Venezuela.

Finalmente me deja estable unos momentos avanzando lentamente sobre mi amada patria y voy reconociendo tantos y tantos parajes, desde la baja California hasta la península de Yucatán y Quintana Roo, recuerdo todo lo que en ella he vivido, saboreo de nuevo los buenos momentos y antes de que me aleje de ahí mando un beso imaginario hacia esas tierras que tanto amo y extraño.

Enternecida estoy meditando en lo anterior y de repente cambia de nuevo mi rumbo y ahora estoy volando hacia arriba y me encuentro de nuevo entre las nubes ya no llueve, en un punto determinado la maravillosa escoba al fin se detiene e inclinándose en forma oblicua me invita a bajar, yo lo hago lentamente y antes de que vuelva a elevar el vuelo y desaparecer alcanzo a leer unas letras grabadas en su mango: L y V y entonces veo de nuevo una luz que me llama y me invita a seguirla y no pongo reparos, lentamente la sigo, como el niño confiado que atraviesa las calles de la mano de sus padres, finalmente atravesando un hermoso túnel multicolor e iluminado regreso a mi mullido sofá y como he dicho antes no sé si he soñado o nunca lo he hecho, lo cierto es que el reloj marca las siete de la mañana, es primero de noviembre y día del abrazo.

Se que ha pasado mucho tiempo sin darme casi cuenta, que he conocido lugares y cosas y que todo ello me ha sido mostrado por personas hermosas a través de sus gustos, aficiones, humor, anécdotas y su quehacer literario y que debo agradecer el tener el placer de haber arribado un día, sin escoba o con ella, al mundo de lectores y vivencias, donde he tenido un viaje mágico y misterioso.


Yolanda de la Colina Flores
1 de noviembre del 2011




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