Parece una cotorrita
y ojalá se le entendiera,
su parlanchina tarea,
no tiene pies ni cabeza.
Si entabla conversación,
siempre habrá de interrumpir
y el tema te cambiará,
sin importar tu opinión.
Habla de esto y de lo otro,
sin palabras ordenar,
empieza con el final
y el principio ha de olvidar.
Se cree que lo sabe todo,
que nunca se ha de equivocar,
le cambia a todo los nombres
y nunca para de hablar.
Suelta palabras en chorro,
como fuente en borbollón.
Y siempre los deja a todos,
bañados y sin hablar.
Algo tiene en positivo,
esta princesa sin par,
es apreciada en la guerra,
por su manera de hablar.
Y aunque es insoportable,
en los tiempos que haya paz,
cuando existe una refriega,
necesaria es su existencia.
Su presencia en los percances,
precisan solicitar,
pues es ametralladora,
su grandiosa verborrea.
Y aunque no suene genial
y tal vez no nos convenza,
aquí se suele aplicar,
no hay mal que por bien no venga
Yolanda de la Colina Flores
20 de noviembre del 2011
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