Es locuaz esta princesa,
pero no es la Blablabla,
porque cuando ella se expresa,
no hay palabras en tropel.
Y habla un montón de lenguas,
al derecho y al revés,
desde su lengua materna,
que ella ha aprendido en Babel.
Domina las lenguas vivas,
y también las lenguas muertas,
las que se expresan con signos,
y también las extranjeras.
Por supuesto habla el francés,
el inglés o portugués,
maneja bien el danés
y también el albanés.
Se expresa bien en euskera,
por igual en alemán,
se defiende en el galés,
y le encanta el catalán.
Hace versos en galés,
y además en alsaciano,
domina el latín y el griego,
y habla bien el sudanés.
Conversa con italianos,
y con chinos mandarines,
y a veces se toma un té,
hablando con japoneses.
Escribe muy bien gallego,
pero también en mongol,
el sánscrito lee de corrido,
y el árabe por igual
El hebreo lee bien,
es muy diestra en el flamenco,
y entre todas estas lenguas,
le enamora el castellano.
La gramática ella adora
y el hacer conjugaciones,
deletrear muchas palabras,
y devorarse los libros.
Y esta nena le gustan,
todas las declinaciones,
sean en ruso o berebere,
o tal vez en laponés.
Por ello para su pueblo,
ella es un ser esencial,
sus diplomáticas dotes,
mantienen el reino en paz.
Y aunque conoce de lenguas
y le está muy bien hablar,
se limita en sus palabras,
porque le agrada escuchar.
Y aunque políglota es,
se aplica muy bien el dicho,
precisa pocas palabras,
pues bien entendida es.
Yolanda de la Colina Flores
21 de noviembre del 2011
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