Capítulo 10
El despertar
de las flores
Les sorches tenían que avocarse ahora a despertar a todas las flores del
jardín y por ello tenían muy claro que hacer, cuando preguntaron su parecer a Madame
Le Fleur Impériale Zinnia, asintió con una amplia
sonrisa y con ella elaboraron un plan para despertar a todas esas bellas
durmientes, para lo cual se reunieron en casa de Rosalinde.
De acuerdo a
su genealogía cada flor iría despertando a las de su especie, en la única forma
que sabían hacerlo por supuesto cantando, con ayuda de Madame Le Fleur
Impériale Zinnia, a quien ahora llamaban
cariñosamente Mam Zinnia, escogieron lo que
cada una debía cantar a sus familiares, tomando en cuenta lo que les había
dicho y aunque les parecía algo raro, tenía su explicación, las flores debían
sacar de su letargo a sus seres queridos con bellas canciones de cuna, dichas
melodías los sacarían del sueño invernal, para transportarlos al buen sueño
reparador que poseen todos los bebés y del cual despiertan descansados y
felices, la selección quedó de la siguiente manera:
La misma Mam
Zinnia decidió despertar a sus familiares con una
nana al ritmo de una suave cumbia salvadoreña.
Marguerite pensó y pensó…, y entonces todas decidieron que mejor le
preguntarían al final.
Iris señaló que lo haría al ritmo de un jarabe tapatío y todas
quedaron con la boca abierta, pero respetaron su sentir y aunque sonasen los
ritmos muy avivados para las canciones de cuna, todas respetaron lo que cada
una eligió.
Rosalinde indicó que ella por su parte entonaría una canción de cuna con
los ritmos alegres de un guapango huasteco.
Racine de
Sucre, escogió cantar una nana con las notas de
un candombe montevideano.
Rommier una nana con las notas victoriosas de un haylli arahui.
Route de
Champs al suave ritmo de una habanera catalana.
Coqueticot
d’or, de vigorosa polca norteña.
Rouge Rose tomaría como base un romántico bolero.
Sucke de
Miel una antigua canción de cuna mapuche.
Pivoine una a ritmo de un maravilloso mariachi
Bugamvillie por su parte dijo tener preferencia por un jarabe a ritmo de una
marimba.
Ceilet prefirió el ritmo de un tango.
Ancolie el de un calypso.
Herbe rouge una maravillosa jarana.
Lilly
Papillon una sencilla balada.
Fucshia
Fenomenal
los acordes de una gaita zuliana.
Boucle
d’orelle las notas de un son jarocho
Tou Jours
en vie, seguiría el ritmo de un cadencioso
bosanova.
Centauria
al ritmo del flamenco y Mímulus, al de una copla andaluza.
Y así siguió
una lista que parecía interminable entre todas las flores del jardín. Al final
preguntaron de nuevo a Marguerite y divagando
dijo: -Hummmmm estaba pensando, ¿en lugar de margarita no debía yo haber sido
un pensamiento? Ah… si! lo de la canción de cuna… pues yo he de hacerlo al
ritmo de vallenato colombiano. Terminada la reunión las flores fueron al
encuentro de sus familias e hicieron todo lo que habían dicho y con las
hermosas canciones de cuna cantadas al oído, despertaron paulatinamente a todo
el jardín.
Todo parecía
muy natural, sin embargo era algo que nunca habían hecho y Marguerite como siempre después de salir de sus pensamientos preguntó: -Mam
Zinnia, ¿de dónde nos vienen a nosotros estos
cantos? ¿Por qué sabemos hacerlo sin haber tenido ninguna afección por ello y
de dónde cada una ha encontrado tan diversas formas, ritmos y clases de
música?-
-Ah, mis
queridas flores, tengo ahora que contaros una antigua historia, que aunque
quizás nadie recuerde ahora está ahí resguardada en cada pecho y corazón de
cada una de las flores, es decir en cada una de ustedes y de mí misma por
supuesto, ¿queréis escucharla?-
Yolanda de la
Colina Flores
Primavera del 2013
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