A mi madre en el día que festejan los demás
porque para mi cada día es su día.
Vuélveme a contar los cuentos
como
cuando era chiquilla,
donde el valiente Austraberto
resolvía
un sinfín de entuertos.
Nárrame una vez más las historias
de esas valientes mujeres
de
Joan d’Arc y su estandarte
y
Guenièvre de Bravante.
Las ejemplares historias
del
buen Francisco de Asís,
de
la mártir siciliana
la
Santa y valiente Lucía.
Vuélveme
dúctil la Biblia
con
parábolas en cuento,
y
las lenguas extranjeras
fácil
y élfico dialecto.
Con
tus magníficas manos
vuelve
hacerme los guiñoles,
las
puppets y michelets
y
los títeres de ayer.
De
tu creación sin igual
trae
contigo los disfraces,
y
vísteme de princesa
con
sus hermosos ropajes.
Para
que vuelva a soñar
con
Martita la tortuga,
o
Federico el león
que
no salió a la función.
Y
así fabricar el cuento
donde
yo soy tu heroína,
esa
princesa lejana
que
torna a su patria un día.
Para
abrazar a la madre
que
se extraña día con día,
y
que espera noche a noche
sueños
de ti en gran derroche.
Vuélveme
a contar la historia,
de
tu vida madre mía,
y
así grabarme por siempre,
cada
instante en mi retina.
Cuéntame
todo otra vez
aunque
lo lleve en mi pecho,
porque
está grabado en mi alma,
como
el más hermoso cuento.
Yolanda
de la Colina Flores
10
de mayo del 2013
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