El solsticio de verano
atrae
un sinfín de hadas,
que
rodeando este elemento
vuelan
en chispeantes llamas.
Traen en sí su ambivalencia
fascinación
y temor,
nos
muestran luz y calor
y
también devastación.
Por el lado acogedor
desvelan
su cálida faz,
y
cara de descontrol
cuando
por algo enfurecen.
Por ello no son previsibles
y
cambian como los vientos,
como
el fuego portan vida
y
gran repertorio de juegos.
Así
que las podrás ver,
en
chimeneas o en hogueras,
en
fuegos fatuos y velas,
en
truenos o rayos de sol.
Son
tres las hadas del fuego
que
hoy presentamos aquí,
espero
que sus historias
a
ti te apetezca oír.
Hay
que tomarlas en serio
y
también respetar:
Pues
bien sabes que con fuego
jamás
se debe jugar.
Yolanda
de la Colina Flores
4
de abril del 2013
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