No
hay forma más bella de poder viajar
con
férreos élitros para despegar,
no
existe manera de peregrinar
sin
llevar tu mente contigo a pasear.
Ella
te traslada con grácil planeo
siguiendo
los álveos de lúdicos sueños,
también
sigue el cauce de nítido anhelo
para
al fin dejarte en mágicos cielos.
La
mente posee las más férreas alas
y
a veces parece que es frágil su vuelo,
pero
esa acrobacia aterriza con galas
cuando
hace que pises con brío tu suelo.
Y
no es paradoja que al pisar te eleves
las
alas se forjan tras un largo andar,
saber
el terreno por donde te mueves
te
sirve de pista para despegar.
Yolanda
de la Colina Flores
23
de octubre del 2016
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