Primero metí un dedito
y después un pie en entero,
como si fuera delito
sumergí los dos con fuero.
Las cosquillas de la espuma
cambiaron mi gesto a un tiempo,
la frescura de su bruma
de pronto hurtó mi aliento.
Bella brisa que arrebola,
me envolvió en un solo intento
y el golpeteo de una ola
me ha anegado de contento.
Y ahora medito en la orilla,
de estas playas europeas,
donde he posado mi quilla,
y he aceptado sus mareas.
Inmersa en sus olas voy
en su espuma y sus vaivenes,
propietaria también soy
de todos sus parabienes.
Yolanda de la Colina Flores
4 de noviembre del 2016
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