No partiste con papá,
porque estabas preocupada,
eres clásica mamá
por nosotros afanada.
Has tenido que marcharte
y en mi caso doy por hecho,
desde lejos sin mostrarte,
no has dejado un cabo suelto.
Me cediste entre los brazos
de un gallardo forastero,
un señor que con sus lazos
sólo trajo buen agüero.
Pretendiente en toda regla
que mi mano no pidió,
me reclamó toda entera
y así tu risa atrapó.
Ese delfín combatiente
con su acento catalán,
que a Dalí porta en la mente
y te recordó a papá.
Como a mi, él te hechizó,
te envolvió con sus encantos,
a ti también te flechó,
te subyugó cual tus santos.
El me trajo a esta ribera
donde veo un nuevo albor,
con tu recuerdo a mi vera
que solo prodiga amor.
No te equivocaste madre,
al aceptar mi consorte
y celebro que te cuadre
el que hoy su alianza yo porte.
Yolanda de la Colina Flores
3 de mayo del 2016
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