Me
encontraba meditando
en
el gran mediterráneo,
por
eso digo porfiando
que
estaba “mediterrándeo”.
Y
en este piélago bello
cercana
está una ribera,
donde
Dios puso por sello
que
en ella la luna riera.
Memoro
también que un día
Mamá
me dejó en los brazos,
la
más tierna compañía
que
un día marcaría mis trazos.
Era
una figura excelsa
recuerdo
de eucaristía,
y
al tocar su piel tan relsa
yo
me sentí bendecida.
Sabía
me acompañaría
por
grandes lares ignotos,
y
clamo con bigardía
que
siempre cumplió sus votos.
Y
cerca al mediterráneo
habito
en una ribera,
y
en un acto simultáneo
Jesús
me mima y me vela.
Y
aquí estoy “mediterrándeo”
con
este Nene a mi vera,
y
ahora voy predicando
que
su imagen me consuela.
Yolanda
de la Colina Flores
30 de octubre del 2016
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