El arte de la vida es saberte lanzar
y sin abrir los ojos confiar aterrizar,
abandonar tus áreas y dejarte llevar
no importa lo profundo que parezca el
lugar.
Puedes estar tranquilo con ocaso genial
adornado con nubes tono crepuscular,
con una luz divina que siempre va
alumbrar
y tu alma conversando en tono coloquial.
Pues a unos metros sólo habrá un gran
titilar,
con un ciento de estrellas que iluminan
el lar
y encuentras otros mares de dulce
descansar
donde sus olas suaves te suelen arrullar.
Yolanda de la Colina Flores
27 de octubre del 2016
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