Un día tuve un sueño
de la ribera al margen,
con un mar como dueño
en un eterno blanden.
Cual demudada Venus
vestía por completo,
con la expresión en versus
de un enconado asueto.
Monarcas me peinaban,
en bello amanecer
y al par que se afanaban,
yo me dejaba hacer.
Mis manos sujetaban
mis enaguas de oleaje,
en tela se mudaban
preparando un anclaje.
Era un renacimiento
en una caracola,
ella era mi sustento
e inusitada boya.
Y en esa boya errante
que otrora navegaba,
pisaba tierra avante
y nunca más vagaba.
Y al fin sin censurar
hollaba arena firme,
llegaba a un nuevo hogar
y no tenía que irme.
Yolanda de la Colina Flores
8 de noviembre del 2016
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