Hoy la arena no indica sepulcro
y las dunas abrazo sin miedo,
son un tálamo cálido y pulcro
donde yo en tierno arrullo me quedo.
Es el lúdico barro de infancia
constructor de castillos y puentes,
es memoria de antigua fragancia
de mis padres, Tampico y afluentes.
Es el viaje en un camaronero
con papá y con mamá de la mano
los ostiones y el viejo barquero
el recuerdo del más noble hermano.
Los paseos con abuelos y hermanos
con los tíos y primos en revuelo,
remembranzas de nenes y ancianos
evocando el ayer de ese suelo.
Es mi hermano pequeño a mi vera
navegando en aquel golfo brioso,
su sonrisa perenne en espera
con denuedo y enorme alborozo.
Yolanda de la Colina Flores
21 de julio del 2016
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