domingo, 25 de mayo de 2014

LA ETERNA LUNA DE MIEL



Era una hermosa princesa
con tres cuernos por corona,
de estirpe de raza pura
con caminar de ambladura.

Es su nombre y apellido
Giraffa camaleopardalis
y dicen que tiene por primos
a la familia de okapis.

No era de la clase Rothschild
nigeriana o somalí,
tanzana es del Serengueti,
toda una guerrera Masai.

Siete vértebras gigantes
su cuello le sostenían,
con sus labios peculiares
espinas de acacia engullía.

Cuatro estómagos tenía
y jamás estaba plena,
aunque rumiaba y rumiaba
no se hallaba satisfecha.

Un viento subsahariano
provocó lluvias de arena,
para ver si así aplacaba
su incontenible apetito.

Y la jirafa listilla
se reía de la calima,
sus fosas nasales cerraba
y sólo le hacían cosquillas.

Sus padres desesperados
buscaban que hacer con ella,
pues sus hermanos menores
zampaban aún más que ella.

 En su tribu le buscaron
un consorte de entre mil,
y por fin seleccionaron
un príncipe muy varonil.

Al igual que su princesa
tenía un corazón enorme,
cardiovascular sistema
que le dejaba inclinarse.

Y convenció a la princesa
de desposarse con él,
pues prometió a la glotona
eterna luna de miel.

La llevó al Kilimanjaro
y le desveló una luna,
fabricada de galleta
embadurnada con miel.

Como la alta princesa
duerme tan solo dos horas
en noches de luna llena,
come Selene a deshoras.

Yolanda de la Colina Flores
5 de agosto del 2013


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