Se dice que esta hechicera
de Nueva Zelanda viene,
diminuta es su estatura
y ella a luna prefiere.
Ella no viaja en escobas
pues posee un par de alas,
con las cuales se pasea
entre árboles y plantas.
Se nos duerme por el día
y al crepúsculo despierta,
ella prepara festines
con murciélagos compinches.
Se organizan cada danza
bailetes inexplicables,
siempre a luz de luna
que le encantan sus bailables.
Le fascinan las canicas
que son transparentes y claras,
le recuerdan a la luna
de la que está enamorada.
“Luna lunera acalorada,
estoy despierta y dejo la almohada,
como te veo tan colorada,
hoy es seguro que habrá ventada”.
Yolanda de la Colina Flores
4 de agosto del 2014
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