Aterriza en su propio equinoccio
ataviada de tonos tostados,
con montones de hoja hacinados
que nos dejan muy poco resquicio.
Y su mote proviene de Egipto
es el Autum,
el Ra venerado
y la tierra se vuelve guarida
donde posa sus rayos bermejos.
Son septiembre, octubre y noviembre
quienes siguen sus pasos al norte,
marzo, abril le acompañan triunfales
junto a mayo en sus viajes australes.
Ella ayuda en tiempo de cosechas
calabazas, maíz remolacha,
girasoles le siguen el vuelo
al compás de los rayos del sol.
Representa momentos maduros
todo verde se torna amarillo,
se matiza con tonos granate
y una que otra tintura de ocre.
Ella baja las temperaturas,
y los vientos adquieren más fuerza
no usa escoba, vuela sobre hojas
de las plantas que el viento despoja.
En sus viajes ayuda a natura
a dejar atavíos del pasado,
un desnudo patente ella inicia
que al final se verá renovado.
¡Oh sapo, sapo, valiente!,
baila y canta este sainete:
“En el otoño en septiembre,
quien no tenga ropa que tiemble.”.
Yolanda de la Colina Flores
2 de agosto del 2014
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