El viento va peinando mis cabellos,
en revuelos y formas caprichosas
y se incrustan en ellos poco a poco,
pasadores y horquillas de hojarasca.
Pedaleando en el camino de la vida,
avanzando entre laderas y montañas,
yo recorro en experiencias suaves valles
y parajes con senderos luminosos.
Ejercicio vital con ritmo cadencioso,
circulares mecanismos que transportan,
al tiempo que ramajes me besan los tobillos
y el aire mezcla ufano olores de castaños.
Áurea llovizna que me refresca el rostro,
perfume de maderas que entra por mis poros,
en miles de minúsculas partículas volátiles,
que llevan las doradas fragancias del otoño.
Yolanda de la Colina Flores
22 de septiembre del 2011
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