Dulces celebraciones infantiles,
que tornan divertido lo horroroso,
comiendo calaveras con azúcar
y momias con vendajes de dulce charamusca.
Postres de calabaza en tacha y piloncillo,
manzanas revestidas con rojo caramelo,
diluvio de paletas, chiclosos y bombones,
recolección gloriosa tocando alguna puerta.
Se pringan las mejillas y también los deditos,
se engullen cada dulce que les prodiga el tiempo
y surge una pregunta buscando una respuesta
¿cómo es que a éstos vampiros, no se les caen los dientes?
Se comen a un tiempo miles de malvaviscos,
y cuando han terminado se siguen con los chicles,
sus dentaduras limpian, más vuelven al ataque,
por ello Dios que es bueno, les dio dientes de leche.
Yolanda de la Colina Flores
1 de octubre del 2011
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