miércoles, 1 de mayo de 2013

ATTENTE D'AVRIL Capítulo 5 (Cuento de Primavera)


 

Capítulo 5

Buscando  voluntarias

Rosalinde se despertó como había indicado a su subconsciente, al alba, tomó una ducha caliente y reparadora, se vistió rápidamente y de puntitas salió de la casa para no despertar a Madame Fleur Impériale Zinnia, ella ya lo había dicho todo y no deseaba despertarle de  ese sueño en el que contra su voluntad se encontraba y al que tanto costaba disipar.

¿Por dónde empezar?, tomó entre sus manos su pequeña brújula y ubicando más o menos las casas de sus amigas se fue orientando hacia ellas, la primera en visitar sería sin duda alguna su querida amiga Le Fleur Marguerite, encontró su casa y después de no pocos esfuerzos pudo entrar, toda la familia dormitaba al igual que su amiga, ¿como haría para despertarla? De pronto algo dentro de su corazón le indicó que debía cantarle muy quedo al oído, estaba acostumbrada a sus cantos y ella debía hacer que su voz llegara al corazón de su amiga… recordó sus clases de canto y solfeo y de cuando su maestra le enseñó la canción provenzal, esa composición hecha de uno o más grupos de doce versos octosílabos repartidos cada uno en tres bloques de cuatro, por lo general una cuarteta entre dos redondillas que tienen la misma rima, o bien dos cuartetas que encierran a una redondilla, igualmente las cuartetas con la misma rima, siempre consonante o con el esquema modificado pero siempre manteniendo el que las rimas de primera estrofa y última sean las mismas. El origen del hermoso rondó francés. ¡Y dio en el clavo! En cuanto los versos iban fluyendo de su boca su amiga lentamente despertaba:

Señora, cuando pasáis
me miráis tan raramente
que en un año solamente
de diez veces no cruzáis.

Pero, sabed, soy dichoso
porque de diez hago mil
de suerte que generoso
es vuestro mirar gentil.

Señora, cuando pasáis
me alegráis completamente,
no por veros nuevamente…
¡sino porque me miráis…! (1)

Y sí, su amiga le miraba, totalmente anonadada, ¿que hacia Rosalinde en su casa, porque le cantaba al oído y sobre todo, porqué osaba despertarla en pleno invierno? Rosalinde poco a poco disipó sus dudas y le indicó por el trance que ahora pasaban, Marguerite sin dudarlo se aunó a la lucha y le acompañó a ir despertando una a una a sus amigas las flores del jardín, así poco a poco el grupo iba creciendo y el soliloquio musical que de inicio fue para Marguerite ahora era cantado a coro para cada una de las bellas durmientes que poco a poco emergían de su letargo. Lentamente el grupo iba creciendo y ninguna de ellas se negó a participar en lo que sabían sería una ardua tarea, eran férreas y valientes, estaban casi completas ya formaban parte de él casi todas las flores que ahí estaban, Le Fleurs de Rommier, Route Champs Doré, Coqueticot d’Or, Pivoine, Pavot Sucke Miel, Bugamville, Ceillet, Ancolie, Herbe Rouge, Lilly Papillon, Fuchsia Fenomenal, Iris, Boucle d’Orelle, Tou Jours en Vie, Centauria Cyannus, Pulchérrima, Syringa,  Mimulus, Iris Ilatien, Bonet blue, Iris Versicolore, y por último se había integrado también Racine de Sucre a quien le había costado más salir de su ensueño, quizás porque en su profesión tenía que desvelarse constantemente. Al parecer estaban  todas, no, todas no, faltaba una y la necesitaban, así que se enfilaron a la casa de la familia Rose du Roi, si había funcionado con las demás tal vez pudieran despertar a la durmiente Le Fleur Rose Rouge.

Cuando llegaron el espectáculo casi desmorona sus corazones Le Fleur Rose Rouge al igual que su familia eran casi completamente imperceptibles, y dormitaban profundamente, Le Fleur Racine de Sucre le dijo a Rosalinde, -mucho me temo que a ella no podrán despertarla tan fácilmente como han hecho con nosotros, de acuerdo a lo que me dijo Madame Le Fleur Impériale Zinnia ella tiene algo especial que no poseemos nosotras y que el falso invierno no quiere que poseamos, por ello la ha sumido en esta especie de coma desvanecedor. Sin embargo nada perdemos con intentarlo-, entonces empezaron a cantar la ya consabida tonada tipo rondó francés, pero nada, no acontecía nada, lo intentaron varias veces con nuevas armonías y tonadas pero no hubo ni un solo cambio; Rosalinde no sabía que hacer, de pronto Le Fleur Route Champs Doré le comentó, -yo pertenecí a una coral por largo tiempo en una lejana ciudad y por lo que mi experiencia me dice creo que se necesita una composición hecha específicamente para su especie.- En otra época quizás Rosalinde se habría molestado de que dicha idea no se le hubiese ocurrido a ella misma, pero su orgullo genético poco a poco iba cambiando, con una amplia sonrisa, recibió la sugerencia y después de preguntar si todas conocían el rondó que pensaba calzaba al dedillo, todas se dispusieron a cantar: 

Señora mía, preclara
rosa de mi corazón,
si de amaros yo dejara
muriera sin remisión.

De vos me viene la vida
y el gozo que dentro siento,
vos sois el encantamiento
que mi alma tiene prendida.

Si un día Dios me dejara
exento de la pasión,
¡entonces yo me arrancara
de este pecho el corazón! (2)

Según iba avanzando la melodía la familia Rose du Roi iba volviéndose cada vez más nítida y aunque estaban desfallecidas y un poco afónicas, todas las flores del jardín no pararon de cantar hasta que estaban completamente visibles y palpables, pero… ¡no despertaban!!!!!!

Rosalinde se fue acercando cada vez más a Le Fleur Rose Rouge, para cantarle al oído, sabía que era peligroso porque la bella flor poseía unas espinas largas y punzantes, como al aproximarse esta empezó a estirar sus extremidades, Rosalinde avanzó aún más y una espina sin remedio le tocó el corazón, sintió su entrada como un buril prismático y puntiagudo, abriendo y haciendo líneas profundas en un metal, un grito sofocado por su estoicismo salió de su garganta, la aclaró y aún más próxima cantó susurrando al oído de Le Rose Rouge la segunda estrofa, con un tono súper agudo en una nota que nunca había alcanzando en su vida cantora. ¡Por fin Le Fleur Rose Rouge despertó!

Sin saber todo lo que había pasado a su alrededor Le Fleur Rose Rouge con una amplia sonrisa saludó a todas y dirigiéndose a Rosalinde le dijo, –Tu debes ser le petit guerrier, según mis padres mi arrière-arrière grand-mère hablaba de ti y te tengo preparado un presente que ella te dejó y que todos resguardamos con mucho cuidado.-

Caminando lentamente se dirigió hacia un gran armario de veinte puertas las cuales fue abriendo poco a poco, y de esa forma se fueron desvelando un sinfín de armas elaboradas con espinas de rosa. Rose Rouge le entregó a Rosalinde una que tenía una empuñadura de oro y sonriendo le dijo -Sirven para romper el más portentoso y duro hielo que puedas imaginar.-  -Muy bien chicas-, dijo a su vez Rosalinde -ahora comprendo porque el falso invierno les mantenía inaccesibles para nosotros, gracias a Dios no se ha salido con la suya-. Ahora debemos organizarnos para despertar al unísono a dos importantes seres, que por lo que sabemos gracias a Madame Fleur Impériale Zinnia dicha acción requiere de todo un protocolo especial, busquemos un lugar donde podamos conversar y mediante la ayuda de todas podamos diseñar la mejor estrategia. Esto aunque Rosalinde no lo decía, le costaba mucho trabajo, durante toda su vida estaba acostumbrada a no depender de nadie y actuar por si misma y no aceptaba sugerencias sobre nada, por más sutiles que éstas fueran sobre todo en cuestiones referentes a la música.

Todas se reunieron en la casa de Rosalinde a la cual se podía entrar con comodidad debido a la carpa que había montado sobre su entrada, una vez encendida la chimenea y caldeado el ambiente, todas  se despojaron de las extrañas vestimentas de invierno que cubrían por completo su condición de flores.

Rosalinde empezó – muy bien chicas, sé que no debe ser cómodo para ustedes que una extraña como yo organice de alguna manera las acciones a seguir, pero por lo que parece es un hecho provocado en parte por uno de mis antepasados y ahora de una forma u otra debo hacer mi mejor esfuerzo para enmendar este entuerto, sin embargo esta empresa no la puedo llevar a cabo sola, por lo cual necesito su ayuda, como ya sabéis tenemos que organizarnos primero para hacer una gran representación a las faldas de la montaña y posteriormente para organizar la forma en que combatiremos el falso invierno.-

 No te preocupes Rosalinde- continuó Marguerite –cierto es que necesitas de nosotras para realizar ambas tareas, pero también nosotras necesitamos de ti, todas, cada una de nosotras poseemos aptitudes que nos ayudarán a completar la tarea, pero sin las aptitudes que tú tienes difícilmente podríamos llevarlas a cabo. Ambas sonrieron y chocando las palmas de las manos dijeron la frase que les calzaba perfecto, -¡manos a la obra!-.

(1)  Luis Stoïque, Cuando pasáis
(2)  Luis Stoïque, Si dejara de amaros

Yolanda de la Colina Flores
Primavera del 2013

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