Fascinante es la hechicera
que elabora las escobas,
con las que puedes viajar
entre las nubes infladas.
Esas cual tierno algodón
que comemos en las ferias,
de azúcar color pastel
que bien amansa a las fieras.
Son las nubes que dan paso
a cúmulos venideras,
y algunas veces acaso
pueden soltar gotas tiernas.
También al atardecer
con bellos tonos cobrizos,
una manta han de hacer
para que duerma el rey sol.
Y esta graciosa hechicera
cuando se suele cansar,
se pone a verlas flotar
descansando en una cerca.
Desde aquí hasta el aquelarre,
por debajo de las nubes,
rasando los matorrales,
y encima de pantanales.
Una hora para llegar
noche entera para holgar
una hora para regresar
¡Salto a mi escoba y fuera!
¡Risros, risros, mocosuelo!
dijo una gata sabionda:
“En casa donde entra la escoba,
jamás va entrar un galeno”.
Yolanda de la Colina Flores
9 de agosto del 2014
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