martes, 8 de septiembre de 2015

EL REINO CONFITADO Capítulo 5


Capítulo 5

La tarta tuerta

Aquella pequeña tienda como su nombre lo indica no era un lugar muy grande, pero tenía dentro de si los dulces mas deliciosos que Mirtha hubiera probado, había sabores que no había podido identificar, por lo que muchos veces tuvo que preguntar a cada golosina o confite de que estaba hecho y así pudo degustar los sabores de todos los dulces del mundo, había ahí dulces de cada uno de los países que habían en los mapas y ambas nenas estaban muy divertidas probándolas.

De pronto Mirtha vio que sobre una mesa central colocada en diagonal frente a un gran espejo se encontraba, colocada sobre una hermosa bandeja de plata, la más hermosa tarta de chocolate que hubiese visto, parecía una especie de nene de chocolate regordete cubierto con un sirope de algún fruto rojo, en la parte superior tenía una especie de tupé elaborado con helado de chocolate, coronado con una especie de cereza gigantesca, adornaban su dulce rostro una boquita que parecía estar dando un besito hecho de gominola, una nariz con forma de una pequeña grosella y dos hermosos ojos al parecer realizados con dos brillantes y jugosos arándanos.

Mirtha se acercó a ella o él porque no sabía a ciencia cierta si era una nena o un nene y según se iba acercando los olores que la pequeña tarta despedía le parecían más y más suculentos, cuando estuvo cerca le pequeño ser con una armoniosa voz le habló:
-¡Hola Mirtha soy el pequeño nene tarta de chocolate y soy el más delicioso de todo el mundo mundial! , ¿no te agradaría probarme?-

Mirtha asintió con la cabeza y vio que de pronto aparecía una maravillosa cuchara de plata y se posaba en su mano, estaba a punto de tomar un trozo del tupé de chocolate cuando de pronto el pequeño nene tarta de chocolate le dijo:
-¡Epa!, no tan de prisa, has de tener mucho cuidado al probarme porque como soy tan especial solo te está permitido darme un solo bocado, por lo que has de pensar muy bien que parte de mí te agradaría probar.-

Mirtha se detuvo y estuvo examinando a la tartita por largo tiempo, todos los ingredientes con que estaba hecha le encantaban y no sabía cual elegir, se dirigió entonces a su pequeña amiga la nena de pan de jengibre y le preguntó si ella sabía cual era la parte más deliciosa, esta negó con la cabeza y después le dijo:
-Me parece que los adornos de las tartas suelen ser lo más delicioso que hay, ya ves en el roscón de reyes la fruta que las cubre es lo más sabroso y creo que con las monas de Pascua sucede lo mismo, si yo fuera tu escogería alguna de las frutas que le adornan.-

Mirtha le contestó:
-Creo que tienes razón, pero creo que debo ser muy cuidadosa al escoger, porque si por ejemplo me como su boquita ya no podrá hablar, si le quito la nariz no podrá apreciar todos los maravillosos olores que hay en esta tiendita, si me como el tupé se quedará calvo, la cereza que le adorna es muy grande y creo que no me cabría en la boca. Hum….. no sé, no sé que hacer. ¡Ah…. ya sé! me comeré uno de sus ojos al fin tiene dos y así aunque quede tuerto podrá seguir viendo todo lo que hay a su alrededor.-

La nena de pan de jengibre aplaudió complacida, se subió a unas escaleras en donde tomó asiento para contemplar el espectáculo. Mirtha, tomó la cuchara y tomó como cucharada uno de los ojos de la tarta, estaba a punto de comerse el delicioso arándano, cuando en el espejo vio reflejada en el espejo que tenía frente a ella la figura del pequeño nene tarta de chocolate tuerto y le invadió una enorme tristeza. Aunque le parecía que debía ser delicioso no pudo comérselo y con cuidado regresó el ojo a su lugar.

El pequeño nene tarta de chocolate le dijo:
-¿Que pasa?, ¿porque no me comes?, ¿acaso no te parezco apetecible?, ¡pruébame!, de verdad que soy ¡súper delicioso!-

Mirtha le explicó entre sollozos que no podía, y que le parecía además horroroso dejarlo tuerto. El pequeño nene tarta de chocolate y la nena de pan de jengibre casi se desbarataban de la risa. Intentaron explicarle que para eso habían sido creados y que ellos eran felices de que se les comiera, pero ella ya sin llorar les dijo que prefería tenerlos como amigos. Ellos aceptaron su amistad, pero como veían que no podían convencerla de que ellos eran felices de que alguien se los comiera le preguntaron los dos a la vez:

-¿Mirtha, para que nos entiendas, te agradaría ser como nosotros?

Yolanda de la Colina Flores
30 de julio del 2013
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