domingo, 21 de febrero de 2016

REBELIÓN CULINARIA Capítulo 8 (UN CUENTO DE CELEBRACIÓN DE LA AMISTAD)



Capítulo 8

La capitulación

Todos estaban mudos, sin poder emitir ni un monosílabo, las hermanas depusieron las armas, dejándolas caer al suelo y cuando se aproximaron al grupo de insectos éstos erguidos en dos patas, extendieron sus patas delanteras en señal de querer proporcionar un abrazo, las niñas accedieron al gesto sin temor y una a una fueron abrazando a cada uno de los insectos.

No existía tal enemigo, todo se había desorbitado y magnificado, poco a poco comprendieron que a veces las primeras impresiones no nos muestran toda la verdad, y los insectos también entendieron lo mismo, la cubertería con sus pinchos y lados filosos solo habían sido construidos así para poder cumplir la labor para la que fueron creados.

Se instalaron en una interesante conversación en la que cada cual contaba su vida y experiencias y en minutos ya estaban haciendo migas, platicaban reían y a veces de cuando en cuando se carcajeaban y algunos se daban tiernos abrazos.

Ambos ejércitos capitularon y depusieron las armas, si es que alguna vez las hubo, y en el relajamiento de la situación todo pasó a ser guasa y regocijo; entonces decidieron jugar entre todos y en la cocina la cubertería se aprestó a sus funciones y dejó que las nenas preparan una comida deliciosa para todos los integrantes de la familia, infortunadamente aunque llamaron  al a señora Pay indicándole que todo se había solucionado y que ahora los cubiertos estaban a su entera disposición al enterarse que de aquí en adelante debía convivir con los insectos, declinó la invitación y nunca más regresó a trabajar para la familia. _!Qué lástima, con los fabulosos Pies que hacia¡_ dijeron las al unísono las niñas.


Mas tarde, mientras toda la cubertería se daba un fabuloso y necesario baño de burbujas en el lava vajillas las nenas y los insectos remontaron por el cielo en una batalla amigable entre las nubes, los insectos no tenían problemas para éstos menesteres y las niñas se montaron en unas hermosas papirolas en forma de paloma que el buen Ambrosio, el jardinero,  les confeccionó las cuales milagrosamente, como todo lo que en este hogar ocurría, volaban.

Yolanda de la Colina Flores
22 de septiembre del 2015

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