sábado, 23 de octubre de 2010

COMO EN UN LIENZO DE VARO


























Me encontraba a 90 grados en un ángulo aparentemente perfecto, el horizonte parecía lineal, los puntos de fuga controlados.

De pronto maktub, kismet, los hilos del destino y unas manos que me llevan hacia otra dimensión, las agujas del reloj de mi vida son controladas por esas manos y parecen girar en un sentido contrario, mi vida ahora da un giro de 180 grados.

Aparezco en un mundo paralelo, como Alicia en el espejo, todo parece real y ficticio a la vez, los paisajes van cambiando y me encuentro bordando en un ático, vigilada por sus ojos, la tela del resto de los días de mi vida. Escucho claramente la melodía del hombre del rostro de concha nácar y una ave morfohumana crea nuevos seres que cantan para mí.

Los muebles de mi habitación cobran vida ¿o son seres que se han mimetizado con ella o es mi vida mimetizada con ellos? Yo observo maravillada como una pata de la silla abre sigilosamente uno de los cajones de mi armario, tratando de encontrar mis más profundos secretos. Los tapices de los muebles han adquirido el tono de mi piel e incluso reflejan esa flor de Lis que ha marcado de antaño mi estirpe. Una lengua sutil emerge del respaldo de mi silla y cadenciosamente me acaricia, su presencia inquietante me subyuga.

En el comedor el bodegón antiguo que pretendía decorar tranquilamente la habitación, sus elementos revolotean en una danza fantástica al compás de la música extraída de un instrumento de cuerda formado por los últimos o primeros destellos del astro solar, y que un singular músico con inusitada tranquilidad le roba, le precede la hipnótica invocación de un quinteto de primos de Dante acompañados de una cría que insufla un pequeño remedo de corno francés.

Salgo de mi encierro y me acompañan en grupo mis amigas las bordadoras terrestres al cuidado de una seria monja ciclista. De pronto las calles se transforman en canales por donde navegan un sin fin de raras góndolas, artilugios o vehículos acuáticos. Y ahora voy viajando en un taxi inusitado en un mágico lugar de un singular país circunscrito en un caracol de edificaciones circundadas por una circular Venecia de aguas mansas, plácidas y tranquilas.

Llego a las puertas del consultorio vulgar de mi psicoanalista, pero no tomo mi sesión acostumbrada y salgo de prisa, me cubro la cara para que nadie vea que me escapo, no sin antes tirar la cabecilla del “loquero” al que he decapitado para siempre, otros dirán que es la cabeza de mi padre, que idiotas todos, para arreglar mi vida llevo siempre junto a mi cestita de costura y en mis ropajes otros ojos que me ayudan a visualizar mejor las cosas; sin ataduras puedo ahora caminar sobrevolando la ciudad. Enfrente en otro consultorio veo otra vez a esa dama que quizás vaya nuevamente a alargarse la nariz.

Al paso me topo con un niño acompañado por una mariposa con traje de polilla que le sobrevuela y acompaña, lady Godiva se desplaza en su longa cabellera con sus senos perfectos al aire, una chica perfumada y ardiente acude presurosa al llamado de su amado un fenómeno sale de su casa pasando siempre desapercibido porque importa a todos mas su reflejo que su propio ser.

A las afueras de un pequeño bar tres seres enjutos y escuálidos me dicen adiós al pasar sin dejar de beber sus zumos “frutoflorales” al mismo tiempo que sus mascotas “gayogatos” me lanzan una mirada lánguida.

Llego a mi hogar y me visita un ser que no se si camina o es un trapecista eterno en un cuadriciclo fungoso extasiado en un eterno estado alucinado, las paredes de mi lar tocan mi pulso y se amedrentan conmigo, pero no pasa nada el es un visitante eternamente inesperado y nada más.

Visito la habitación de mi padre y le veo de nuevo componiendo sus creaciones que le surgen de cualquier lugar pero sobre todo de las paredes que se han impregnado de su música y sus versos y le ayudan en pautados instrumentos musicales a componer las notas y acordes y armonías.

Mi madre como siempre ha salido a la caza de astros pues le gusta tener la casa iluminada varias veces ha capturado a la luna, la misma que he dejado escapar no sin antes proporcionarle las estelares papillas que mi madre a conciencia le prepara.

Subo a mi ático privado y me pongo a ejercer mis más plácidos quehaceres y se que al tiempo dos seres a lo lejos a ultramar entrelazan conmigo sus destinos, esos seres que me aman y están al mismo tiempo junto a mi.

Ahora cuando llegues amor mío saldré contigo ha seguir sobrevolando la ciudad y los países siendo libres de cualquier atadura terrenal navegando y caminando eternamente como en un lienzo de Varo.

Yolanda de la Colina Flores

23 de octubre del 2010
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué maravilla; atrapaste perfectamente la escencia de Remedios Varo y la convertiste en poesía. Me gustó mucho, mucho. Gracias

Anónimo dijo...

Es sorprendente la ilación de tus frases con la obra de Remedios Varo, una mujer de un grado surrealista enorme. Tus versos me han hecho recordar esa insólita sensación de que a veces lo irreal es más sólido que lo cotidiano. De facto, cierras tu relato inmersa en esa totalidad surrealista, tan válida como la realidad misma. Felicidades, me inspiró.