martes, 26 de marzo de 2013

MENUDITA SALSIFÍ Y CLARITA CASCARÓN Capítulo 8 (Cuento de Pascua)






Capítulo 8
Las misivas secuestradas

Pepita Guisante no pudo esperar hasta la próxima reunión de amigas, así que organizó una tarde de té con todas las chicas, citando media hora antes a Menudita para contarle la idea que se le había ocurrido. Menudita llegó como siempre súper puntual y ahí frente a una tacita de un muy buen té negro inglés se dispuso a escuchar lo que su amiga quería compartirle.

Pepita le decía con gran entusiasmo a Menudita –¿no te parece que ya han pasado demasiados días de búsqueda infructuosa? A mi la verdad, me parece que Clarita no está por estos lares, estoy segura que anda de viaje recorriendo todo el mundo. Quizás se sacó algún premio de un viaje y con la emoción y las prisas no ha podido avisarnos y ahora anda en un trasatlántico conociendo las islas griegas, o el caribe, o por oriente, ¡que se yo!, de lo que sí estoy segura es que por aquí no está.

Así que se me ha ocurrido la idea de que tal vez no hemos sabido expresar nuestro agradecimiento como deberíamos a Clarita por todo lo que hace por nosotros, ¡mira que venir desde la granja a departir con nosotros y su participación en las fiestas de Pascua con sus cestitas! Creo que cada una de nosotras, sus amigas, deberíamos de escribirle una cartita de agradecimiento y deslizarlas por debajo de su puerta, así cuando regrese se encontrará con ellas y verá de una vez por todas lo mucho que la queremos.

¡Fantástico!, exclamó Menudita, es verdad y ahora en cuanto lleguen todas nos pondremos en acción, ojalá y tus pensamientos sean ciertos, pero a mí algo me dice en el corazón que Clarita no está bien y que se encuentra donde menos lo esperamos… pero  ¡ala, a escribir cartitas para Clarita!

Poco a poco la salita de Pepita se fue llenando, las amigas habían acudido todas a la cita. Después de una clara exposición por parte de la anfitriona, acordaron reunirse más tarde en casa de Menudita ya que ella tenía más espacio y material para la elaboración de misivas. Afortunadamente Menudita y Pepita vivían a unos cuantos pasos por lo que a la joven en estado de bendición no le costó trasladarse.

Menudita las recibió a todas en su estudio de trabajo, donde realizaba por gusto cientos de diversos trabajos manuales, para los que disponía de una serie de mesitas con sillitas y estantes por doquier, lo cual le permitió acomodar a sus amigas cómodamente, después trajo de su habitación un hermoso y grandioso baúl y de ahí fue extrayendo un sin fin de cajitas a las cuales les fue quitando las tapitas, al tiempo que las colocaba sobre una gran mesa al fondo del estudio, acomodó junto a ellas unos potes con un montón de plumillas con diversos tonos y colores y luego solicitó que cada una tomase de las cajas los juegos de papel y sobre que quisieran así como una plumilla del color que más les agradara, obviamente las plumillas escribían con tinta del color que les caracterizaba, por lo que les suplicaba que escogieran bien los colores, no fuera a ser que las cartas resultaran ilegibles.

Y así frente a las cajitas y potecitos las amigas fueron desfilando y tomando el material que requerían para iniciar su labor, todas ellas en su elección iban haciendo honor a su nombre. Sanguínea Remolacha eligió una hojita con su sobre a juego color rosa, por supuesto la plumilla era color remolacha; Pepita Guisante un verde pálido con plumilla verde electrizante; Curvilínea Iceberg, un juego color crudo con plumilla verde seco; Esplendorosa Lechuga verde tierno con verde pasto; Caramelosa Moniato un suave tono naranja con tinta marrón brillante. Como desfile en pasarela de modas todas fueron pasando ante la mesa, Carmina Ciruela, Dulce Pera, Bouquetina Racimo de Uva, Bronceadita Zanahoria, Arbórea Brócoli, Blanquesina Coliflor, Violácea Berenjena, Almidonada Patata, Lacrimosa Cebolla,  Jugosina Manzana, Ruborosa Melocotón, Tersa Albaricoque, etc…, etc…

Una vez terminadas las misivas las adornaron con preciosos sombreros, mitones y bufandas a juego, porque el frío había aumentado, después se fueron al súper y solicitaron prestados varios carritos de la compra, los cuales les fueron proporcionados con mucho agrado pues los dueños sabían de la situación de Clarita. En ellos con cuidado y cariño acomodaron bolsas llenas de cartitas en la casa de Menudita, Pepita solo pudo acompañarlas un trecho del camino, se allegó hasta su casa y ahí desde la ventana les despidió diciéndoles adiós con un pañuelito de encaje de frivolité.

Después de un buen paseo las amigas llegaron al fin frente a la casa de Clarita y empezaron a deslizar por debajo de la puerta misivas y misivas, las últimas les costaron arduo trabajo porque no cabían más, pero al fin lo consiguieron.

La cartita que dormitaba placidamente al lado de Clarita, escuchó ruidos y esto la hizo salir de su letargo, empezó a escuchar voces conocidas, esas voces que sólo se conocen entre misivas, primero como en un murmullo y luego poco a poco se fueron tornando más perceptible, ¡muchas de sus congéneres parecían estar ahí!, bajó sigilosamente de la cama y se asomó a la estancia para comprobarlo, ¡así era, la habitación estaba invadida de cartas! De prisa regresó a la cama y con el pensamiento despertó a Clarita.

Clarita obedeció a los pensamientos de la cartita y levantándose del lecho se dirigió a la estancia como una sonámbula, pero estaba completamente despierta. Se restregó varias veces los párpados y luego encendió la luz para ver si sus ojos no le engañaban. Se acercó a la montaña de misivas y tomó un buen puñado de ellas y luego se dirigió a su habitación, se sentó en su mecedora y bajo la luz de una pequeña lámpara empezó a abrir cartitas y a leer su contenido, esbozaba una sonrisa de vez en cuando, pero luego la tristeza volvía a regresar a su rostro.

Después de muchas horas, quizás días, cuando por fin terminó de leerlas se preguntó ¿ y ahora que voy a hacer con todas esta misivas?, ellas le contestaron en su mente, ¡ Regresa nuestra esencia a casa en forma de respuesta!, pero Clarita no cedía y al final dijo: No, se quedarán aquí secuestradas y no las responderé…, ya veré si tapizo con ustedes las paredes de mi casa o me fabrico cortinas, cojines o carpetitas, para tenerlas siempre junto a mi, por lo pronto las guardaré y poco a poco las fue posando sobre las camas gemelas de la habitación contigua a la suya, las cubrió con una manta y se fue con la cartita de Menudita en la mano a dormir. 

Yolanda de la Colina Flores
Pascua 2013 


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