sábado, 30 de marzo de 2013

MENUDITA SALSIFÍ Y CLARITA CASCARÓN Capítulo 12 (Cuento de Pascua)





Capítulo 12
El diseño de vestidos

Apresuradamente Menudita empezó a llamar a sus amigas para una nueva reunión y entre ellas a  la  principal protagonista de ella, la cual se llevaría a cabo en la casa de la anfitriona. Todas sin excepción confirmaron su asistencia al evento, en la huerta todo mundo se enteró de que algo importante ocurría porque las chicas en camino a casa de su amiga iban armando tal revuelo con sus pláticas y risas, que era imposible que pasaran desapercibidas, además de provocar en uno que otro una soslayada sonrisa.

Al llegar a casa de Menudita, entre todas se dispusieron a preparar varias teteras y colocaron sobre la mesa una selección de infusiones de un incontable número de sabores, después en la mesita, algunas de ellas pusieron bandejitas de pastitas que habían llevado consigo, colocaron una fila de sillitas en el amplio comedor, todos los espejos que Menudita poseía en su casa, también fueron ahí colocados y tendieron al centro un pasillo de mullida y esponjosa alfombra color lavanda.

Para cuando apareció Gloriciosa Calabaza, la amiga que todas ellas esperaban, ya estaba todo dispuesto. Venía con una especie de siete pajecillos, unas pequeñas vainas de guisantes de lagrimita, los famosos hermanitos Green, que siempre estaban dispuestos a ayudar a todos ya que aunque eran muy pequeñitos poseían una poderosa fuerza. Iban cargados de cajas y bolsas, de un sinfín de colores, al igual que Gloriciosa, dispusieron todo sobre una mesa que Menudita les había señalado, junto a un gran espejo.

De las bolsas, con hermosos papeles de seda en color a juego, empezaron a emerger telas y géneros, todas bellas y de hermosos colores, linos, sedas, shantungs, organzas, tules, blondas y encajes. Empezó un coro de exclamaciones entre las chicas, solo se escuchaba un ¡oh! o ¡ah!, de sus voces que exclamaban al unísono, como si todas se hubieran puesto de acuerdo o lo hubieran ensayado antes. Una vez que las telas estuvieron dispuestas sobre todos los muebles de la estancia, los hermanitos Green se retiraron e indicaron les llamasen cuando la reunión hubiera concluido.

Una a una fueron pasando frente al gran espejo y Gloriciosa iba probando en ellas lienzos de telas de colores, hasta que cada quien elegía el que más le agradaba bajo la mirada aprobatoria de la increíble calabaza. Cuando todas tenían ya una tela seleccionada, de algunas de las cajas, hasta ahora sin abrir, Gloriciosa extrajo varias revistas, donde publicaban los diseños de moda que ella realizaba, las cuales fue entregando a cada una de ellas, cada revista tenía un pequeño señalamiento en una de sus páginas y al abrirla en lugar señalado mostraba diferentes vestidos, los cuales parecían estar hechos para cada una en especial.

El  coro de exclamaciones volvió a aparecer, pero éstos ya no eran iguales ni del mismo tipo, como en un canon iban entrando y saliendo, una exclamación por ahí y otra por allá. Todas estaban encantadas con los diseños que Gloriciosa les había seleccionado y nuevamente frente al espejo les iba probando los lienzos sobre el cuerpo, modelando con pequeños alfileres, donde irían los volantes y drapeados de los mismos.

Así siguieron hasta que la noche llegó y una a una se fueron despidiendo, todas con caras de alegría, hasta que por fin sólo quedaron en la sala Menudita, Clarita y Gloriciosa, quienes a un tiempo chocaron las palmas de sus manos y estallaron en una cristalina carcajada.

Esa noche Clarita se fue a dormir con una sonrisa en los labios y se programó para el día siguiente hacer algo muy importante. Por la mañana se levantó muy tempranito con la famosa cartita que Menudita le había mandado, desayunó y después fue por un gran baúl y lo llevó a la habitación de las camas gemelas, lo llenó de todas las misivas que le habían enviado y arrastrándolo lo puso a un lado de su secreter, sentó a la cartita y empezó a escribir una respuesta de agradecimiento a ella y a todas esas cartas que todo el mundo escribió preocupado por ella, la cartita sonreía con su imperceptible sonrisa porque ahora sabía que ella y sus compañeritas no serían como tantas cartas que a veces se quedan sin respuesta.    

Yolanda de la Colina Flores
Pascua 2013 


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